¿Y por qué no Merino?

El Betis sigue manejándose a golpes de riñón. Nunca mejor dicho, partido a partido. El entrenador arrastra al vestuario a dejarse la vida en cada jornada como si fuera una final. Y ya van dos de categoría Champions como Villarreal y Real Madrid. Juan Merino no sólo se juega su propio futuro, sino el del club. Ha equilibrado las cosas con el compromiso de los futbolistas, lo que se traduce en intensidad en el campo.

Pero también en orden, en organización y en solidaridad. Es así como, en un ataque de orgullo, se estuvo a punto de ganarle al Madrid y los béticos se volvieron locos de la cabeza en el Villamarín. Merino da un respiro a Maciá optimizando el rendimiento de algunos fichajes y ofrece un margen de tiempo en la negociación con Juande, que ya no tiene la sartén por el mango. Juan ha sanado el ambiente dentro, calmado a la grada y no engaña a nadie. Ni lo pretende. Habla como lo siente y maneja las palabras en carne viva. No vende motos a ninguno y menos a sus jugadores.

Hay quien piensa que con Merino el Betis no sólo hubiera subido también sino que posiblemente no hubiera perdido un solo partido. Si el consejo ejecutivo sale vivo de la guerra civil que se vive en la alta dirección de Heliópolis, podría repetir la atrevida decisión de cambiar a un entrenador que nunca pierde por otro que Dios dirá. Aunque se llame Juande Ramos y en su currículum luzcan cinco dolorosos títulos ganados no hace mucho con el eterno rival. El golpe de efecto sería indudable, garantizar el éxito por poner en sus manos un proyecto, sólo es cosa de adivinos.