"Las tías no están capacitadas para arbitrar. Payasa, eres una gilipollas, pedazo de tonta. Cucha la gilipollas de mierda, pero me está mirando y se ríe, pues ahora te voy a matar." Esas son algunas lindezas que tuvo que soportar una joven árbitra, agredida verbal y físicamente hasta el punto que tuvo que ser trasladada al hospital el pasado sábado en
Granada, tras un partido de
3ª Andaluza Juvenil que disputaron el
C.D. Barrio de la Cruz y el
C.D. Cijuela.
Este es el día a día de los colegiad@s que se juegan el pellejo por unos euros en una vocación de alto riesgo. Hace unos días, el abogado
Jose Ignacio Bidón de Vigil pedía la ejecución de la pena de cárcel para dos futbolistas aficionados que agredieron con vileza a un árbitro en un partido de juveniles disputado en
Benacazón, entre el
Cerro y el
Betis, allá por 2009. Y resulta que, bajo el paraguas del fútbol, ningún agresor arbitral suele cumplir pena de prisión, cuando por una acción similar lo haría cualquier ciudadano de a pie.
Porque estamos instalados en la hipocresía y la mojigatería de los que desde el poder político juegan a perseguir la violencia verbal y llaman a Madrid a los
Pepe Castro de turno para colgarse medallas. Pero son cobardes para meter mano alrededor del
Vicente Calderón o el
Santiago Bernabéu. Y son incapaces de hacer caer todo el peso de la ley en incidentes como el relatado más arriba.
Lo políticamente correcto es lo que mediáticamente vende. Cardenal y Tebas, lo mejor de cada casa, nunca se ocuparan de las agresiones en campos de regional. Pero los medios y los periodistas no debemos olvidarles. A ellos y a ellas. Se lo debemos, nos lo debemos.
Eduardo Gil2 min lectura