La negociación con Lopera (parte V)

Sin la figura de Juan Carlos Ollero, la negociación con Lopera debe empezar de cero. Aunque hayan existido previamente hasta cuatro negociaciones, a la quinta debe ser la vencida. Ollero quería a toda costa la ´pax bética´, y, de haberla conseguido, habría sido investido como presidente perpetuo. La realidad es que el protocolo de intenciones fraguado en el despacho de Paco Baena es una vía muerta, y, lejos de buscar responsables dentro o fuera del entorno, señálese a los verdaderamente culpables: Lopera y Oliver.

Ambos mantienen un litigio en el juzgado de instrucción número 10, que es la madre de todas las batallas jurídicas verdiblancas. Así que, si Lopera se compromete a devolver a Oliver su millón de euros, más otro medio por daños y perjuicios, éste sacará su tajada y podrá devolverle su dinero al gran tiburón blanco que un día pretendió hacerse con el Betis, Mario Conde. Ollero ya lo intentó con el ínclito Oliver, pero pidió la ´intemerata´: 4 millones, la dirección deportiva y hasta su propio vástago al mando de las operaciones. Un horror, porque, al día siguiente, llamó para cambiarlo todo a cambio de diez millones de euros.

Así que, ahora, no queda otra que insistir en la negociación tripartita donde el Betis observe cómo primero se arreglan entre ellos para saber quién es realmente el poseedor de las acciones que compra y, después, cerrar la salida definitiva de ´don Manué´ del Betis para los restos. Pero, para que eso ocurra, deben precipitarse los acontecimientos en el Mercantil en cuestión de semanas. Una primera sentencia condenatoria para Lopera, que confirme que sólo vendió un veinte por ciento del Betis y no el 51%, y otra condena (que no sólo le inhabilite, sino que le exija multas millonarias) por haber llevado al club al concurso de acreedores, le obligarían a negociar en este 2016. Que sea a la baja o no ya entra en la paciencia de los artistas negociadores a los que les toque bailar con Lopera o con su bufete. Que les sea leve.