Las notas de Hugo

La calma intranquila

La calma intranquila
- Hugo Salazar
Hugo SalazarHugo Salazar3 min lectura
Si hay en el diccionario español un calificativo que podamos colocarle al Betis es sin duda el de imprevisible. Un club inesperado. El Doctor Jekyll y Mister Hyde de los equipos de fútbol. Llegó la calma tras el choque del pasado domingo, aunque la pura realidad es que fue contra un vulgar Valencia, un equipo muerto que deambuló por el Villamarín. Así que el análisis podría llevarnos al engaño, confusión inducida por un equipo che sin pegada ni intensidad alguna. Aun así, los corazones verdiblancos se dispararon al borde del pitido final en una mano salvadora de Adán, que más que primer hombre en la Tierra tiene cualidades de verdadero Santo. Curioso, ¿verdad?

El caso es que el Betis sufrió, pero ganó y eso también tiene connotaciones positivas, como es lógico. El equipo le puso ganas, y hasta el holandés Ricky, de apellido impronunciable, parecía asociarse con destreza con el bueno de verdad, el veinticuatro. Mal harían los béticos en precipitarse y subir a los altares en categoría de Santo al joven Musonda. Tengan paciencia, por favor.

Después de la tormenta siempre llega la calma, diría aquel, bético también por cierto. Una calma en forma de tres puntos que hace un efecto de pomada curandera y ayuda a afrontar lo de esta noche en Riazor sin que salten las alarmas. El Betis debe salir intenso y que lo de la primera mitad en San Sebastián fuera solo un tropezón, un despiste. Así el equipo seguiría en la línea adecuada y la ‘Era Merino’ entraría fuerte de moral a ese carrusel de partidos con rivales directísimos donde el Betis se jugará el ser o no ser en esta Liga, y en su propio estadio.

Por cierto, al César lo que es del César; idea oportuna la del departamento de marketing del club, dirigido por mi querido Ignacio Lasa, de convertir Villamarín en un hervidero de gente que anime al equipo en esos partidos tan importantes con planes de captación bastante buenos. Brillante.

Y sin más sobresaltos, y sin más discursos, que el Betis nos muestre hoy su cara más amable, no la cara oscura con la que a veces se disfraza de grosero villano. Que los vientos soplen a favor de una vez por todas. Y que los béticos disfruten una semana más de una tranquilidad merecida, no de la calma intranquila a la que nos tiene acostumbrados.
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