Por la mañana sale el sol

La radio de Gaspar

La radio de Gaspar
- Eduardo Gil
Eduardo GilEduardo Gil2 min lectura
Apenas compartí unos días de radio con Rosety. Nada comparado con algunos grandes amigos de generación y colegas de profesión, que pueden homenajear a Gaspar mucho mejor que yo. Pero esa distancia me permite aprovechar su enorme pérdida para poner en valor lo que mejor hacía. Contar el fútbol. Porque cuando él narraba, la televisión aún no ofrecía la orgía de directos que disfrutamos ahora. Ni ponía horarios, ni dictaba el negocio. Al menos, no tanto como ahora. Mandaba la radio y por eso nos bastaba y sobraba con la agitación hertziana que nos provocaban un puñado de profesionales enamorados del medio. Radiofonistas capaces de crear imágenes de gran riqueza en la mente de la audiencia. Y Gaspar fue el primero en desencorsetar los estilos convencionales en aquellos años ochenta y trasladar la vivencia del partido con toda su fuerza al micrófono. A otro grande, Pedro Lázaro, le escuché decir que "todos tenemos algo de él, unió dos pasiones, la radio y el fútbol".

Y es que Gaspar siempre echaba el resto. El corazón por la boca si hacía falta. Sobre todo si iba al Bernabéu o al Villamarín. Su carga emocional iba directa al hipotálamo del que le escuchaba. Gente como él hizo del fútbol lo que es hoy, una hipérbole construida con afectos y que te proporciona identidad en estos tiempos de profundo tedio. Cada uno de sus relatos llenos de épica convertía lo periodístico en una suerte de arte.

A ese oficio que ya no era menor, todos queríamos pertenecer. Los goles pueden ser orgasmos de lo más pagano o plegarias de una nueva religión. Cada fe reza a su manera. Y la radio merece toda una alabanza porque siempre ejerció de Iglesia donde juntar a los fieles. En el altar mediático los narradores deportivos siguen siendo conductores de almas. Descanse en paz la de Gaspar Rosety. Ciertamente, todos tenemos algo de él.
Unete a nuestro canal de Whatsapp Únete a nuestro canal de Telegram