Por la mañana sale el sol (Opinión)

El eje del mal (I)

El eje del mal (I)
- Eduardo Gil
Eduardo GilEduardo Gil2 min lectura
Si le hiciéramos un DAFO al deporte de competición, nos encontraríamos con viejos conocidos. Hasta hace 30 años el deporte era algo propio del fin de semana, o cada 4 años; ahora, inunda nuestro día a día, es un producto de consumo de primer nivel. Las debilidades y amenazas son ciertas y en aumento:

- Dopaje. Hace décadas que sabemos que la verificación científica va por detrás del atrevimiento de los tramposos. En determinados deportes ha sido moneda común resignarse a que los tres primeros de grandes pruebas eran no sólo habituales sino delincuentes deportivos. Imprescindible, la confesión de Lance Armstrong: la construcción de una mentira pública como la suya nos replantea a profesionales y aficionados casi todo. La cohorte que rodea a Maria Sharapova ha sido su tumba. A cualquier tenista de tercera fila le llegó el dichoso e-mail de aviso por parte de la ITF. Lo próximo, el dopaje genético y tecnológico. Recientemente, fue pillada una ciclista belga con motorcito incorporado. Lo que hay que ver...

- Corrupción. Si el COI se saltó los derechos humanos a piola a cambio de llevar los Juegos a China, FIFA no ha querido ser menos organizando el Mundial de 2020 en Qatar. Felizmente, Blatter y sus secuaces -nunca mejor dicho- están ahora a la sombra. No han caído todos, sólo se han manchado unos pocos. La duda razonable se extiende a Platini y Villar. Imprescindible el reportaje de 2015 ´Informe Blatter´. Si en Suiza pasan esas cosas, imagínense por aquí...

- Machismo. Djokovic se ha cubierto de gloria. Si bien, cuando hablamos de sociedades de masas, te llevas lo que proporcionalmente generas. Es tan simple como que el deporte que viene, será fundamentalmente de ellas.
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