Desde que acudiera al palco de Heliópolis a finales de 2010 por expresa invitación de Luis Oliver, es generalizada la sospecha de que el millón de euros pagado a Lopera por sus acciones los adelantó Mario Conde.
Si la teoría fuera cierta, poco menos que se desmontaría la hipótesis judicial de que Oliver y Lopera se asociaron en una compraventa ficticia para levantar los bienes del segundo a manos de un tercero: Mario Conde. Peor aún y por tanto, Óliver y su cohorte habrían ejercido de testaferros futbolísticos del empresario gallego que se comparaba con don Benito Villamarín. Ahora Conde ha recibido otra ´corná´ personal y familiar con su detención por presunto blanqueo de capitales. El "elefante blanco" que estaría detrás de todo, neutralizado por otra conspiración judicial, pretextarán don Luis y don Manué.
De no haber actuado en su momento la sociedad civil verdiblanca de manera coordinada, Dios sabe en qué manos estaría el Betis. Puede que liquidado como un Banesto cualquiera. Habría salido a concurso igual que se subastó la finca Los Carrizos de Castilblanco, prestada por Conde a su ´hermano´ Oliver para que se despidiera de los jugadores con una gran fiesta. Pues bien, la resaca no ha hecho más que comenzar.
Eduardo Gil2 min lectura