La
Liga se jugó en las alturas para tocar el cielo del campeonato en el último suspiro, y a los que nos gusta el fútbol lo agradecemos enormemente. Eso ensalza la competición y le imprime una emoción digna de este deporte. Pero también hoy se juega la Liga en ese precipicio que da con tus huesos en la
Categoría de Plata.
Y, ahí, el
Betis participa, gracias al cielo, como actor secundario y juez de la fortuna de tres equipos. Las suspicacias son de todo tipo, ya que, pase lo que pase en el encuentro, se va a hablar mucho de la profesionalidad o no de los futbolistas verdiblancos. Lo cierto y verdad es que la honra aquí no tiene tanta importancia, no tanto como el montante de parné que el club se adjudicaría por escalar unos puestos más arriba en la tabla clasificatoria.
Por no hablar del supuesto regalito 'bajo cuerda' para la plantilla verdiblanca que, con un lazo, viaje desde
Gijón y
Vallecas hasta sus cuentas corrientes. Y, desde
Getafe, lo ven muy feo, como es lógico, ya que, según su óptica, el Betis debería estar ya de vacaciones. Pero la afición bética que hoy acuda al
Benito Villamarín lo mínimo que se merece es ver a su equipo competir, a pesar de jugar en chanclas.
Mientras tanto, el
Betis parece virar hacia latitudes mucho más positivas. Sin duda, la cordura ha llegado a Heliópolis. Y es que comenzar a planificar la próxima temporada con tiempo más que suficiente hace pensar que, al menos, el planteamiento de futuro se está ejecutando de manera más que correcta. Luego, el tino del nuevo director deportivo con los jugadores que vayan a desembarcar en el club es fundamental para dar un paso más la próxima temporada. Está en sus manos.
Y no me olvido: despidan con una ovación atronadora a un buen tipo como
Jorge Molina. Es lo menos que su fútbol y su persona se merecen. Y no olvidemos que la última vez que este equipo saboreó las mieles de jugar en
Europa fue gracias a un gol suyo de bellísima factura. Qué tiempos aquellos.