En ésas está Monchi. Trabajando a destajo, que es la única manera que sabe de pedir perdón. Ha olvidado alguna impertinencia que tuvo que escuchar, y se queda con la parte buena de aquel almuerzo del consejo: un equipo de cien millones para que, a la tercera, la Champions sea pleno gozo para el sevillismo. Hagan cuentas: el traspaso de Krychowiak rondará los 40 kilos al PSG. Si Kévin acepta, el Barcelona pagará otro tanto para llevárselo de perfecto suplente del mejor tridente de la historia. Pero Gameiro se resiste a convertirse en Pedrito.
¿Escuchan? Clin, clin? Es la caja registradora que Castro y Cruz preparan para meter muchas otras ventas, quizá menores, y asuntos de pequeño calado, como la cláusula de Unai o los patrocinadores que amorticen el fichaje del tal Kiyotake. Más de 200 millones para construir el mejor equipo de la historia. El Sevilla más ambicioso jamás imaginado. Y, mientras, el ´crack´ para el ataque que pergeña el director deportivo se hace esperar, el rey puesto para el centro del campo es el pivote del Bolonia Diawara. Aún tiene 18 años y es natural de Guinea-Conakry. Una perla de seiscientos mil euros descubierto en San Marino. Viene de jugar 34 partidos en el Calcio y es el sustituto natural del polaco, que se unirá a Emery en París.
Eduardo Gil2 min lectura