Eterno Mariscal

Este es el título del libro que José Antonio Jiménez escribió sobre el Kaiser, el líder de aquel equipo de Manolo Cardo, que se recita de memoria: Buyo, Nimo, Álvarez, Serna, Sanjosé, Francisco, Pintinho, Juan Carlos, López, Magdaleno y Santi. Un once que se dice de corrido todavía porque sembró un germen de identidad sevillista, que ni los títulos de la última década han conseguido eclipsar. El IX dorsal de leyenda que otorgará el club el próximo octubre es el reconocimiento a 40 años de sevillismo en ejercicio. El debut con Roque Olsen en 1975, Muñoz y por fin Cardo, hasta que Rosendo Cabezas le recomienda en 1988 volar a La Rosaleda y decide poner punto y final en 1995 en Los Cármenes. Estadios donde aún es el mejor embajador del Sevilla. En los últimos 20 años como técnico, Antonio no ha necesitado de aspavientos, ni de grandes titulares. Acaso un pitillo antes de que el partido comience. Sensata mano derecha de entrenadores, puente con el vestuario y, por supuesto, campeón de Copa en 2010 a la primera oportunidad que le dieron.
La desconfianza de los que le destituyeron precozmente en Alicante, privaría al Sevilla de su innato talante para ver el fútbol donde otros ni por asomo. Reparar aquello era una cuestión pendiente, que, en parte, compensa todo el honor que ahora por fin se le concede. El Kaiser, eterno Mariscal.