Es una barbaridad jugar a más de cuarenta grados, sea por la tarde o a mediodía. Y al respecto debiera implementarse una normativa clara para estos casos. De ejecución directa por parte de los árbitros, los mismos que deciden aplazar cuando truena o cae nieve sobre el césped. ¿Y cuándo hay que regar a los que están calentando porque el calor es insoportable? La escena que se vivió ayer en la caseta arbitral de la ciudad deportiva Luis Del Sol resulta reveladora. Nadie pudo convencer al colegiado sevillano Juan Manuel Verdugo Dorado para que aplazara el partido hasta que refrescara la tarde sobre Los Bermejales. Delegados, presidentas, entrenadores, médicos... Va a ser que no.
Hubo partido ante la presencia de dos furgonetas. La de la UVI móvil y la de los equipos de producción televisiva. Porque para una vez que la TV trae dinerito al fútbol femenino, no es plan de hacerles un feo. Había que cambiar la parrilla al operador, con el problema añadido de la iluminación, si se retrasaba todo. Estaban avisados y nadie fue capaz de pararlo. Incluso tras un desvanecimiento en el partido de la mañana (Tercera división) en el campo anexo. La alerta naranja se la pasaron por el forro en todos los campos, también en el debut en la máxima categoría del Betis de féminas. Un día pasará una desgracia y nos rasgaremos las vestiduras hasta que la alarma social cale y alguien haga algo. Ayer no fue el caso. El espectáculo debe continuar. Para una vez que hay negocio y nos sacan en la tele, no lo fastidiemos por miedo a un golpe de calor. Paramos el partido una vez en cada tiempo y que las criaturas beban. Y la verdad es que nos lo tragamos todo.
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