Ciñámonos a la realidad

Anda revoltoso el patio. Hay quien valora el punto obtenido por el Sevilla en Turín como un gran paso en el ilusionante camino de Champions. Otros, en cambio, critican el planteamiento de Sampaoli y defienden que si se apellidara Emery sería calificado de medroso. Es lo que tiene jugar sin delanteros y firmar apenas un par de remates a puerta, casi los mismos que el pasado curso en ese mismo escenario. Aunque no es menos cierto que su equipo se defendió, la mayor parte del tiempo, a través de la posesión, y no repeliendo en el borde del área un balón tras otro, puesto que tampoco es que la Juve avasallara, entre otras cosas porque no pudo con un Sevilla bien plantado.

Argumentos, por tanto, hay para ambas visiones. Pero lo tangible es el punto. Y recuerden que el tricampeón de la Europa League no sumó ni uno solo lejos del Pizjuán en la pasada Champions. Es, por tanto, para estar satisfechos, aunque sorprende que Sampaoli lo estuviera tanto. No en vano, el argentino llegó diciendo que era tan importante la forma como el fondo, deslizando que sólo estaría plenamente feliz si gana jugando como le gusta, siendo superofensivo. Un discurso desmedidamente ambicioso que, sinceramente, casi nunca se ajusta a la realidad. Porque nada tiene que ver lo visto ante el Espanyol con lo acaecido en Villarreal o Turín. Por eso, ciñámonos a la realidad, a lo visto sobre el campo. Porque si todo lo comparamos con sus palabras...