Rienda suelta

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Rienda suelta
- 2/5/2014
Parece que la inestabilidad institucional que tanto asusta ahora a los que están o pueden llegar al Betis sea sobrevenida, inesperada. Una excusa como cualquier otra, ya que la caótica tesitura societaria, preñada de interinidad, data de 2010. Nada más y nada menos. Por mucho que la pose dicte acordarse de Santa Bárbara únicamente cuando truena.


En su momento, los estertores del proceso concursal constituían una coartada perfecta para asegurarse el cobro de los emolumentos. Tampoco me creo que un profesional no lea lo que firma o que quienes le asesoran no le informasen de que su sueldo se reduciría casi a la mitad en caso de descenso. Como descarto puñales en el pecho para obligarles a comprometerse, deben apechugar. Tienen todo el derecho del mundo a quejarse o a pedir un trato preferencial, pero lo de decir o filtrar que se irán si no les hacen caso...


Esto ocurre, sencillamente, por el vacío de poder. Antes, al menos, había figuras reconocibles en el banquillo, el palco y la dirección deportiva. Por ello, se antoja crucial que Estepa o el que sea pongan remedio pronto para que las riendas dejen de estar sueltas y pasen a las manos adecuadas. Cuesta acertar, es cierto, pero la seriedad y el buen nombre de la entidad están en juego, menoscabándose cada día que transcurre sin jerarquía. El proceso apunta aún a embrionario.


Habrá cambios importantes y, por encima de todo, ha de desplegarse enseguida el paraguas que arrope a la plantilla. El paraguas y el bastón de mando. Porque de Heliópolis se irá el que pueda, no el que quiera. Y, antes que ninguno, el que interese al Betis. Faltaría más. Esto no es un club de barrio, por más que muchos lo hayan ninguneado y convertido en un juguete roto. Que nadie se confunda.
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