El ancla recurrente

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El ancla recurrente
Hay clubes destinados a tropezar eternamente con la misma piedra. Dirigentes obstinados en el error, con la falta de experiencia como frágil coartada. Cada vez menos gente de fútbol involucrada y más burócratas tratando de apagar fuegos (la mayoría, heredados) con diplomas, corbatas y títulos universitarios. Ocurre que, cuando aparecen las vacas flacas, los improvisados ganaderos no saben muy bien cómo lidiarlas. Y, casi siempre, tiran de la memoria para solucionar el entuerto.

En otras latitudes, el pasado es sólo eso: pasado, historia. Los capítulos cerrados rara vez son reabiertos. Cada casa compone su estilo, su idiosincrasia, su filosofía. Y busca un director de orquesta al que dar los instrumentos adecuados para componer la melodía procurada. Pero mirando al frente, escogiendo a personas nuevas que reciban el testigo, arriesgando a menudo, con un guion definido, una hoja de ruta independiente de los nombres y de los tiempos.

El Betis, por desgracia, parece de los primeros. Quien no quiera ver que Serra Ferrer es el mejor técnico de su historia tendrá prejuicios o lagunas. Igual que quien obvie su dilatada ausencia de los banquillos o su desastrosa aventura en la gestión del Mallorca, tanto desde la directiva como en la dirección deportiva. Fingir que esta década puede arrancarse de cuajo y retrotraerse a 2005 (o, mejor aún, a 1994, para un paralelismo más fiel) como si nada es, sencillamente, ilusorio. Tanto como jugar al despiste y pretender que creamos en otros candidatos a ese puesto de manager general mientras el elegido se libera de sus ataduras. Un paso atrás, se supone que para tomar impulso. Pero recular, al fin y al cabo, es no avanzar.
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