Había, a priori, alguno que otro más en la plantilla, pero, a la hora de la verdad,
Julio Velázquez tuvo que promocionar a
Dani Ceballos para que el
Betis encontrase pausa, último pase y clarividencia en una parcela con más músculo que magia. Estaba y está la medular bética preñada de indefinición, de futbolistas a medio camino de todo, lo que, generalmente, suele ser sinónimo de nada.
Lolo Reyes, Xavi Torres, Matilla, Nono... Ejemplos de un quiero y no puedo creativo, pero también de una impericia manifiesta para la resta, acaso con la excepción puntual del chileno, bastante por debajo esta campaña de lo que enseñó durante la anterior.
No parece el joven utrerano un futbolista descomunal, pero sí lo suficientemente listo como para saber que tiene más calidad que el 90% de lo que hay en el primer plantel, por lo que, si mete la pierna y no escatima una carrera, se convierte inmediatamente en capitán general. Ahora mismo, Ceballos es indiscutible. Puede que
Pepe Mel obre la resurrección de Matilla o de Nono, pero, aunque sólo sea por la inactividad que arrastran ambos, al ‘46’ no le quitan de momento la camiseta ni con agua caliente. Por ende, sin dejar de buscar un central y un lateral izquierdo, la prioridad de la secretaría técnica verdiblanca es y debe seguir siendo la de encontrar otro catalizador reputado.
Porque no se puede fiar todo a la carta utrerana, como tampoco debe encomendarse el Betis únicamente a la inspiración de
Rubén Castro o a que
Adán ande entonado bajo palos. Como frente al
Racing, si no aparecen sus estrellas, el gran favorito al ascenso tiene que exhibir otros recursos. Ayudaría, qué duda cabe, si se sumara al proyecto un mediapunta en condiciones. Hace falta gol desde la segunda y la tercera líneas, pero más si cabe sapiencia para filtrar el último pase.