No tenemos demasiado calado aún en Sevilla a Torrecilla. Les pasará como a mí: sus palabras destilan convicción y sensatez, pero también eran sustantivos que acompañaron en sus primeros meses a Macià y... Bueno, quizás eso sea injusto, porque el valenciano, pese a ser despedido con tres cuartas partes del compromiso por agotar, cumplió con el objetivo encomendado, por más que su planificación dejara tantas sombras como luces.
Lo coherente ahora, como entonces, es otorgar al nuevo director deportivo un margen de confianza antes de evaluar su trabajo. El beticismo está en su mayoría de acuerdo, aparte del hecho irrefutable de que no puede evitar ilusionarse cada verano con el proyecto de su equipo. Como poco, hay que reconocer al ex del Celta que no pierde el tiempo. Tiene por delante una ardua labor, que comenzó reclutando enseguida al entrenador que supliría a Merino, cerrando el primer fichaje (Durmisi, desde ayer ya en Sevilla) y dejando encauzado el segundo (Jonas Martin).
Faltan ocho, aunque ni siquiera ha acabado mayo. El ritmo, que sufrirá un inevitable parón durante la inminente Eurocopa de Francia, es endiablado, si bien exige la confianza ciega de casi todos. Es lo que tienen las apuestas. De lo que está sonando, lo que se encuentra al alcance de la economía verdiblanca, poco o nada conocido. Youtube y las redes sociales nos permiten acercarnos un poco a lo que han demostrado en Ligas menores, pero falta ver si caen de pie o al vacío tras el salto. Hasta ahora, a Torrecilla le salió muy bien.
Óscar Murillo
