Calentito, como la estación en la que nos encontramos, así está el
fútbol sala andaluz en un verano que ha vivido
conflictos en casi todas sus principales categorías.
Si en
Segunda B varios equipos amenazaron con
no jugar tras la repesca por parte de la RFEF de
Melilla, Puertollano y
El Ejido y, en
Tercera, existe aún la queja constante de los clubes cordobeses por la composición de los grupos, ya que a algunos los han metido en el de
Andalucía Oriental y a otros en el Occidental, y la de los clubes del Grupo 17, que les han puesto fechas en mitad de las Navidades (27 de diciembre), ahora les ha llegado el turno a los árbitros.
De momento, sólo han elevado una queja de dos puntos a
Felipe Santos, presidente del Comité Andaluz de Árbitros, que por ahora
no ha tenido respuesta.
En ella protestan la subida de la cuota por los
derechos de colegiación, mutualidad y seguro obligatorio en un 50% para los árbitros de 2ªB y de un 90% para Tercera, pero sobre todo se quejan de que tengan que
pagar lo mismo que un árbitro de Primera división cuando cobran diez veces menos y, como ejemplo, ponen las diferencias que hay en ese mismo concepto en fútbol, donde un árbitro de 1ª paga el doble que uno de 2ª B.
La segunda gran queja del colectivo arbitral llega con la
adquisición obligatoria de unas tablets para transmitir las actas de los partidos. La queja no es tanto por la adquisición del propio dispositivo, que es gratuito, sino por la
obligación que les imponen de tener que firmar un contrato de
permanencia con una empresa de telefonía concreta por dos años, independientemente de que la persona tenga ya o no otro contrato similar, y que este tenga que abonarse en la delegación del comité arbitral a la que pertenezca dicho colegiado.
A más de un mes de que arranque la Liga, todo se puede resolver, pero el verano que llevan en la
RFAF ya no se lo quita nadie.