Se ha sobrepuesto a las circunstancias y a las críticas

Emery o cómo ser campeón en el centro de la diana

El técnico, el primero que completa una temporada en Nervión desde Jiménez, ha estado al límite, pero supo reinventarse y convertir a un equipo completamente nuevo en una piña; su unión con el vestuario y la labor psicológica, claves.

Emery o cómo ser campeón en el centro de la diana
Emery levanta la copa en el césped del Juventus Stadium. - Álvaro palomo
Álvaro PalomoÁlvaro Palomo 3 min lectura
Emery es un guerrero. Uno de esos tipos con una fortaleza mental fuera de lo normal, capaz de soportar la presión más abrumadora y de resistir en el centro de la diana casi de forma permanente. Un superviviente aferrado al bien más valioso del fútbol, los resultados, para superar un sinfín de adversidades en una batalla eterna contra las circunstancias. Lo sufrió a un nivel desmesurado en Valencia y en el Sevilla nunca lo ha tenido fácil, acechado por la mala fortuna en forma de lesiones y blanco de las críticas por sus controvertidas decisiones y por una filosofía que primero desesperó por su indefinición y luego no convenció a todos al entenderlo como un estilo defensivo.


El vasco ha llegado a estar al límite, al borde del precipicio, pero nunca se ha rendido, siempre con la mirada al frente y con plena confianza en él y en sus pupilos. Supo reinventarse en su momento, cambiar su idea inicial -llevar la iniciativa- y adaptarse a sus mimbres, y, con el paso de los partidos, ha convertido un equipo totalmente remozado en verano en un bloque dentro y fuera del campo, logrando una unidad en el vestuario que ha sido uno de los principales motores de este exitoso Sevilla junto a su poderosa mentalidad, mérito exclusivo del entrenador y su labor psicológica. No en vano, cogió a un equipo muy frágil en lo anímico, que se derrumbaba ante cualquier obstáculo, especialmente fuera, y lo ha dotado de una personalidad, una fe y una perseverancia que han conducido al Sevilla al título europeo, porque hasta en las situaciones más desesperadas ha creído en sí mismo y nunca ha arrojado la toalla.


Un espíritu inculcado por el técnico y derivado de otro de los principales ingredientes del éxito de su proyecto: la confianza del plantel en Emery. El equipo siempre ha estado con él, le ha arropado en los malos momentos y le ha respondido cuando más lo necesitaba, como ocurrió en el decepcionante arranque del curso, tras la eliminación copera con el Racing y, sobre todo, en la racha de seis partidos sin ganar entre enero y febrero. Lejos de dejarle solo, el grupo se dejó contagiar por su entusiasmo y se levantó para firmar el 27 de 30 en Liga y plantarse en la final, muestra inequívoca de que ha sabido metérselo en el bolsillo con una acertada gestión del vestuario blanquirrojo y de su hambre por crecer. Un punto clave para erigirse en el primer entrenador que completa una campaña tras Jiménez (2009) y ganarse la renovación a base de resultados y de elevar al Sevilla a la gloria.
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