De un extremo a otro. Las críticas habían arreciado tras el planteamiento ultradefensivo puesto en liza en el
Calderón, pero los elogios están de vuelta, tras ver al
Sevilla más ofensivo de la temporada ante el
Depor. Con una semana de diferencia,
Emery dispuso dos equipos muy diferentes. Dos polos opuestos dentro de ese conjunto versátil que el técnico vasco tiene en mente. Porque, por encima de esquemas concretos, el de
Hondarribia busca un bloque sólido que pueda adaptarse a las circunstancias y que, para ello, adopte sus correspondientes filosofías de juego, no ya por la disposición de sus hombres sobre la hierba, sino por las cualidades y cometidos de cada uno.
Y es que, mientras se guarda en la recámara el
1-4-4-2 que ya utilizó el pasado curso, el preparador sigue siendo fiel a su habitual
1-4-2-3-1, aunque con variantes muy diferentes: una física y otra más de toque. Entre el músculo y los ´jugones´.
Así, en el arranque de la temporada se ha visto un
Sevilla enfundado en el mono de faena, sustentando su fútbol en la presión adelantada para robar cerca del área rival y montar veloces ataques sin necesidad de muchos toques. En esos momentos parecía innegociable ese doble pivote defensivo en el que había sustentado su solidez, con
Krychowiak,
Mbia e
Iborra como consolidadas alternativas dentro de un perfil similar.
Sin demasiada brillantez, pero con una solidaridad defensiva digna de elogio, los nervionenses se afianzaron en la zona noble de la tabla y se plantaron invictos a orillas del
Manzanares, donde esa versión más defensiva alcanzó su extremo.
En un fallido experimento, como quedó refrendado por el juego y el resultado, un teórico 1-4-1-4-1, con
Carriço como bisagra entre la zaga y el centro del campo, se convertía en la práctica en una defensa de cinco. Más zagueros para contener peor en el capítulo más pobre de esa versión física que el pasado domingo mutó hacia el Sevilla más alegre de la temporada.
"En esta ocasión, hemos sido defensivos desde el balón, y, en otros momentos, lo seremos desde la presión". Así resumía
Unai el nuevo giro de tuerca dado a su equipo en el encuentro ante el
Deportivo, en el que prescindió por vez primera del doble pivote en la medular para colocar a
Banega como mediocentro. La misión no era otra que llevar la batuta y hacerse con la posesión sin perder el equilibrio entre zaga y ataque, sometiendo, así, al cuadro gallego, con
Éver bajando a recibir entre los centrales para sacar el balón y enlazar con
Denis.
Más fútbol y menos briega en una versión propicia ante rivales a priori inferiores y al calor del
Pizjuán. Porque
Emery ya ha dejado claro que no siempre vestirán los sevillistas con traje de etiqueta. A domicilio, y ante oponentes más poderosos, volverá a aparecer el mono de faena. Dos dispares atuendos con el mismo tejido de la solidez.