Bacca o muerte

Carlos Arturo Bacca Ahumada es un hombre de fe. Cree que todo lo que tiene se lo debe a Dios, al que nombró incluso como "representante", por eso le dedica cada uno de sus goles, con una pose ya clásica que sus compañeros respetan antes de fundirse con él en un abrazo. Y no sólo es un abrazo de gol; es, al final, un abrazo de victoria.

Mientras, un Emery bastante más pragmático, que confía toda su suerte al trabajo, debe al colombiano gran parte del éxito de este Sevilla. Los números demuestran que el equipo nervionense acaba festejando cada vez que el ´9´ moja (ha repartido sus 10 dianas en ocho encuentros, todos ganados), mientras que no lo ha hecho en el 81% de los partidos en los que Bacca no ha visto puerta esta campaña (apenas dos victorias de once).

"A Bacca no lo conocía nadie" cuando se interesó por él, dice Monchi, hasta que las redes sociales activaron el efecto llamada sobre quien había sido Pichichi de la Jupiler League belga con un "Bacca o muerte" que los números convierten ahora en realidad. Efectivamente, nadie sin ciertas nociones de fútbol internacional tenía noticias de un ariete que firma el 38% de los tantos de su equipo en Liga (9 de 24), que suma un altísimo 73% de precisión de disparo (de 22 tiros, 16 han ido a puerta) y que, tras ajustársele el salario a lo que merece, tiene muchas papeletas para dejar dinero en la caja en verano. Saldrá alguno y él ya tiene 28 años.