Hasta ahora todo había sido de color de rosa.
Sergio Rico arrancó la pasada temporada como meta titular del
Sevilla Atlético. El 24 de agosto de 2014 jugaba en
Segunda B y no sabía lo que era hacerlo con el primer equipo. Menos de 15 días después debutaba en
Primera división y, tras poco más de un año, su meteórica progresión le ha llevado también a estrenarse en
Copa del Rey, en la
Europa League -con titularidad en la final y con la conquista de su primer título- y en la
Champions, además de ser ya un habitual en las convocatorias de la selección absoluta. Algo estratosférico.
Hasta hace 12 meses veía los partidos de su equipo del alma desde la grada del
Sánchez Pizjuán, como un aficionado más. Fue alineado en un partido ante el
Getafe por las inoportunas lesiones de
Beto y
Barbosa y acabó disputando la friolera de 37 partidos a las órdenes de
Unai Emery y, además, a un gran nivel. No obstante, tarde o temprano debía conocer la cara amarga del fútbol de elite y la altísima exigencia que lo rodea.
El primer varapalo que se llevó como profesional fue la elección de
Beto para jugar la
Supercopa de Europa ante el
Barça, en Tiflis, lo que alimentó el debate sobre las dudas que generaba la meta sevillista, un runrún que alcanzó su máxima expresión en el encuentro ante el
Rayo. Un fallo de colocación en el misil lejano de
Bebé y, sobre todo, un error al permitir que un disparo de
Javi Guerra entrase por su palo hizo que
Rico recibiese críticas y que terminase ese encuentro muy tocado anímicamente, según explicaron a ESTADIO fuentes cercanas al joven cancerbero.
Introspección como terapiaLe afectó la situación. Primero, por las propias críticas y, segundo, porque era consciente de que no había estado bien y le dolía, como profesional y como sevillista de cuna.
No obstante, en estos malos momentos, el canterano ha encontrado un reto más para seguir creciendo. Es una persona seria en los entrenamientos, reflexivo e introspectivo, lo que le permitió pasar página.
En
Turín se le vio concentrado, seguro en las salidas por alto, muy acertado en acciones ante
Dybala y
Cuadrado y sin culpa directa en los goles. Demostró que no ha luchado durante toda su vida, lleva en el Sevilla desde los nueve años, para rendirse al primer obstáculo.
Ayer, en un acto comercial, el propio
Sergio Rico se pronunció en este sentido. "Nadie me ha regalado nada en el fútbol, me ha costado lograrlo y ahora quiero mantenerlo". "Para mí no es duro, cualquier persona desearía ser portero del
Sevilla y yo tengo el privilegio de serlo. Tengo confianza, trabajo día a día para mejorar y nunca voy a dudar de mí", finalizó.