Nervión respiró hondo de alivio al celebrar la primera victoria del curso ante el
Rayo. Y una semana después, estalló de júbilo con uno de esos triunfos que llenan a rebosar el tanque de moral. El parón llegaba en una inmejorable situación. Pero de poco habrá servido derrotar a un galáctico
Barcelona si no se da el do de pecho en una batalla más terrenal sobre el césped de Ipurua, que por cierto nada tiene que ver con el barrizal que pervive en la memoria colectiva.
La competitividad que llevó a los de Unai a firmar los mejores guarismos de la historia blanquirroja en Liga, hace tan sólo unos meses, se traducía tanto en la construcción de un fortín inexpugnable al calor de su hinchada como en su capacidad de intimidación a domicilio, con hasta diez victorias lejos del
Sánchez Pizjuán. Para recuperar lo primero ya se han dado algunos pasos. Para lo segundo, urge comenzar a darlos hoy
.
Después de cuatro salidas, tres de ellas en el campeonato doméstico y una en
Champions, el
Sevilla presenta el pobre bagaje de dos empates. Y lo que es peor, dejando unas pobres sensaciones que hacía mucho que no ofrecía, como en Las Palmas o en el Juventus Stadium.
Por ello, hace bien
Emery en no mirar más allá del
Eibar, aunque en el horizonte se adivine el glamour de la Champions. Antes, hay que fajarse en un escenario más trivial pero igualmente trascedente. Y para ello, Unai recupera a
Banega y
Rami, si bien al mismo tiempo ve cómo se caen
Krohn-Dehli, afectado por el
´virus FIFA´, y un
Llorente que no arranca.
Con un
Eibar enfrente que entregará a buen seguro el balón, sin el ex sevillista Luna por lesión,
Emery podría devolver el timón al argentino, más si cabe en ausencia del danés. Como casi siempre, su once está lleno de interrogantes, pero Rami podría volver al eje de la zaga y desbancar a Kolo, dado el buen rendimiento de Andreolli, al tiempo que no se espera la presencia del esperado
Konoplyanka.
El parón ha servido para aligerar la enfermería, aunque la lista de bajas sigue siendo extensa, porque a
Kakuta y
Escudero aún les queda para alcanzar su mejor forma, al tiempo que
Beto y
Carriço apuran sus últimos días como pacientes. Más allá de este aspecto, sin embargo, el receso liguero debe haber servido para afianzar todo lo bueno realizado ante el Barça y mejorar en muchas otras facetas. No lo pondrá fácil un
Eibar que sólo ha perdido un partido en siete jornadas, pero urge volver a ser un viajero temible.