Precisamente
en Inglaterra, aunque en Londres, se ambienta la famosa novela que narra la intrigante historia del
Doctor Jekyll y su malvado alter ego
Mister Hyde. Un extraño caso, como reza en su título original, que bien podría
extrapolarse a este Sevilla que en verano dibujaba una
sonrisa en el rostro de
Monchi y de todos los sevillistas y que en estos dos meses de competición ha cambiado esos
gestos alegres por otros mucho
más serios.
La dualidad humana en la que ahonda la citada obra es la misma que ofrece el conjunto de Nervión en este arranque. La incertidumbre flota en el ambiente. ¿Qué equipo nos encontraremos hoy? ¿El que ganó al Barça o el que no chutó en Turín? ¿El que goleó al Gladbach o el que no compareció en Las Palmas? ¿El que tiró la primera mitad en Ipurua o el que mereció ganar en la segunda?
La lista no acaba ahí. También se vieron dos ‘Sevillas’ ante el Celta, con una reacción tardía que no sirvió para puntuar; o frente a Levante y Rayo, invirtiendo el orden en su intensidad hasta dejarse empatar.
Son muchas las preguntas. Pero la respuesta es una: Emery aún no ha conseguido que su equipo, salvo la excepcional victoria ante los culés, compita de principio a fin. Y para tener opciones de rascar algo positivo ante un adversario tan temible, por más que no tenga a dos de sus mejores hombres, habrá que firmar un partido completo.
El doble compromiso ante el
Manchester City marcará a buen seguro el
futuro sevillista en la Champions. Un escenario ideal para volver a ver a ese equipo que siempre da la cara y nunca se rinde, capaz de doblegar a cualquiera, por poderoso que sea. Es el caso de un Manchester City fabricado a base de millones, con una plantilla tan repleta de ‘cracks’ que hasta las
bajas de Agüero y Silva quedan minimizadas. Pellegrini tampoco podrá contar con Nasri, Delph ni Clichy, pero recupera a Kolarov en el lateral zurdo. Un ramillete de estrellas en el que también brilla el siempre querido Jesús Navas.
Hoy, el palaciego será un enemigo más en esa búsqueda del verdadero Sevilla. Una derrota no sería un fracaso. Es más, entraría dentro de lo previsible. Pero eso no es sinónimo de jugar con temor. Lejos de la imagen ofrecida ante la Juventus, se exige a un Sevilla que haga honor a su condición de tetracampeón de la UEFA, explotando sus virtudes para aprovechar el talón de Aquiles del City, su relajación defensiva, y recuperando la solidez atrás, premisa básica ante tanta pólvora celeste.
Para ello,
Emery, que r
ecupera a Llorente, bien podría repetir la fórmula que le dio el éxito ante el Barça, con Banega por el criticado N’Zonzi en la medular y Krohn-Dehli, como entonces, en la izquierda, si bien Konoplyanka está llamando con fuerza a las puertas del once.
Con unos nombres u otros, el firme deseo es que los inconfundibles sones del himno de la Champions sirvan para provocar el ansiado despertar.