Su pase a Gameiro en el 11´, dejándolo sólo ante Adán es una muestra del genio que lleva dentro el rosarino. - E. GarcíaEnrique García1 min lectura
En un partido de tensión, intensidad y más miedo a perder que ganas de vencer, Banega fue el único que tuvo algo de fútbol, aunque le faltara continuidad.
En los mejores momentos del Sevilla, los del arranque, se hizo dueño del partido. Encontró su espacio entre los mediocentros verdiblancos, escondió la pelota como el sólo sabe y la sirvió casi siempre hacia donde podía hacer más daño.
Su pase a Gameiro en el 11’, dejándolo sólo ante Adán es una muestra del genio que lleva dentro el rosarino. Cuando el partido se puso bronco, y no tardó demasiado en hacerlo, Banega siguió a lo suyo, pero perdió acierto y encontró poca colaboración. Mantuvo el criterio, pero le costó más entrar en contacto con la pelota hasta que el físico del Betis comenzó a fallar y pudo reengancharse al partido para mostrar ese dominio que tiene de la pelota y de la situación, aunque ya no pudo lucir esa facilidad con la que interpreta el juego cuando lo tiene de cara, porque ayer jugar no fue precisamente fácil.
Enrique García1 min lectura