El Análisis

Un Sevilla mandón, que no profundo

Un Sevilla mandón, que no profundo
Krohn-Dehli no pudo correr. - Carlos Pérez
Carlos PérezCarlos Pérez2 min lectura
En Basilea se vio a un Sevilla mandón, con personalidad, bastante más cerca de su versión casera que de la foránea, siempre timorata. Emery lo tenía claro: sabía que el cuadro suizo le daría el cuero, que iba a dedicarse a tratar de aprovechar alguna contra y que se le podía hacer daño a balón parado, por lo que el vasco mandó a sus hombres atacar sin comprometer mucho el pase, teniendo la estrategia como arma alternativa.

Y es que Emery reabrió, por fin, su laboratorio. En casi todas las acciones participó Coke, su alumno más capacitado para interpretar lo ensayado, aunque no tanto para ejercutarlo con precisión. Fue en las faltas botadas por Banega como más peligro crearon los nervionenses, ya que en el juego dinámico se le agotaban las ideas en los tres cuartos, ante un rival que cerraba mucho a los laterales, que hacía bajar a los extremos y que acaba defendiendo, de ese modo, con cinco o seis jugadores en línea más otros tres por delante. Por eso, ni Krohn-Dehli ni Vitolo, en carrera, ni Gameiro, a la espalda de los centrales, sabían por dónde correr.

El galo, al menos, daba cierta profundidad cayendo a los costados. Era el único, pues nadie más en este Sevilla tiene velocidad para verticalizar. Le defienden fácil. Cuando sale Llorente, ya no llega arriba y el riojano pasa los minutos en zonas intermedias, donde es inservible. Sólo Konoplyanka, que atrae rivales y genera espacios para otros, podía cambiar la historia, pero ya el Sevilla prefirió no arriesgar, menos aún sin N’Zonzi. El 0-0 final es peligroso. El Basilea sabe cómo defender y tendrá en Nervión a Embolo, letal con espacios.
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