En defensa de un Unai sin defensa

El Sevilla no salió al Bernabéu con un once tan lustroso como merecía la ocasión. Claro que no. Pero sí opuso al Madrid un once lógico, teniendo en cuenta las bajas (8), el cansancio acumulado por un jugador con poco gasolina como Reyes, la enjundia del rival y lo que exigía el planteamiento: parapetarse y salir rápido por fuera. A nadie le gustó la alineación inicial. Tampoco a Unai. El vasco, de hecho, tiene de lo que quejarse: solicitó, en verano y en enero, un recambio para Aleix, un extremo vertical y veloz, y quien llegó fue Diogo.

Paradójicamente, con dobles laterales los nervionenses recibieron más centros a su área que nunca y, lo que es peor, todos eran rematados. Es algo que se mantuvo hasta el final y lo que acabó condenando a un Sevilla muy condicionado y con una zaga tan horrible como lo fue la actuación del árbitro. De hecho, cuatro goles en contra se antojan pocos para un equipo que salió con nueve hombres de corte defensivo, casi obligado por las circunstancias, pero sin defensa.