El
Sevilla arrastró durante buena parte de la temporada un déficit que ha lastrado su eficacia de cara a puerta, pues el gol dependía en exceso del acierto de
Gameiro, debido a la limitada aportación del resto de zonas del campo, especialmente de la segunda línea, muy activa años atrás. El acierto pasaba casi exclusivamente por las botas del francés, y el equipo acusaba en demasía las rachas sin puntería del '9', valiendo como ejemplo que el primer triunfo blanquirrojo no llegaría hasta que
Kévin Gameiro estrenara su cuenta.
Así las cosas, llegados a la jornada 24, el de Senlis, prácticamente sin competencia arriba por la justa aportación de
Llorente (4 dianas) y la marcha de
Immobile, había anotado casi el 40% de los 'chicharros' nervionenses, reflejo de su influencia en la efectividad de los de
Unai Emery.
Sin embargo, esta situación ha experimentado un giro radical a raíz de dicha jornada, la última en la que el francés vio puerta en la competición liguera, contra
Las Palmas en Nervión. A partir de ahí, el gol se ha diversificado considerablemente, de tal manera que los últimos seis aciertos propios han sido obra de jugadores diferentes, cinco de ellos procedentes de la segunda línea, y, en los ocho más recientes, sólo ha repetido un futbolista:
Vicente Iborra.
Así, en la 25, en el feudo del Rayo (2-2), marcaron los dos gigantes sevillistas, el de Moncada y
N'Zonzi, mientras que el tanto en el Camp Nou (2-1) lo anotó
Vitolo, y el de la victoria ante el Eibar (1-0) corrió por cuenta de
Llorente, en la que ha sido la única aportación de la vanguardia en esta media docena de citas.
Ya en la jornada 28, en el decepcionante empate contra el Getafe, el gol lo anotó Éver Banega de falta directa, aunque poco después empató
Velázquez. La explosión llegó contra el Villarreal, ante el que se sumaron a la fiesta
'Kono' y
Reyes, que marcaron el tercero y el cuarto de los goles, llevando el primero la firma de
Iborra y el tercero la de
Víctor Ruiz, en propia meta.
El
Sevilla sólo se ha quedado a cero contra el Madrid (4-0), el Domingo de Ramos, pues el tanto de
Gameiro (que, sin marcar, sí aportó asistencias (2) y trabajo), no subió al marcador por fuera de juego inexistente.