Mucha actividad pero muy pocas novedades. Ése podría ser el resumen de las últimas horas en el
Sevilla, donde la incertidumbre no mengua a pesar de que los rectores del club no han desaprovechado ni un minuto desde que
Unai Emery les hiciese llegar su firme deseo de aceptar la multimillonaria oferta que tiene del PSG.
No obstante, el de Hondarribia -que sigue metido en un búnker a prueba de filtraciones- sigue siendo a día de hoy entrenador de los nervionenses, una situación que amenaza con demorarse varios días más y, como consecuencia de ello, seguir atando de pies y manos a
Castro y a
Monchi, que ya han iniciado el casting y que parecen tener muy claros sus favoritos para suplir al vasco, aunque para nada se van a precipitar en su elección.
En este sentido, presidente y director general deportivo se han entrevistado con tres técnicos distintos en menos de 24 horas sin obtener ninguna conclusión definitiva. Están barajando todas las posibilidades que tienen, que son muchísimas, y lo único que sacaron en claro es que
Quique Sánchez Flores, que firmó por el Espanyol, se cae de la lista. Con el madrileño se vieron en la noche del miércoles, pero no pudieron igualar la0 oferta del cuadro perico (de 2,8 millones).
En la capital de España también se citaron con
José Manuel Lillo, que es el ayudante de un
Jorge Sampaoli que hoy por hoy es el mejor situado, y también con
Rudi García, quien aún no está descartado a pesar de que su intención de firmar un proyecto de largar duración se ha convertido en un obstáculo. Al galo le entusiasma la idea de dirigir al
Sevilla. Entrenar en la Liga (y volver a la Champions) es una oportunidad con la que sueña desde hace tiempo. De hecho, comenzó hace unos años a estudiar español y sabe que
Monchi le seguía la pista. Además, la amplia colonia francesa del vestuario blanquirrojo le pondría muy sencilla la adaptación, pues comparte representante con
Gameiro y ya dirigió a
Rami en el existoso Lille de la 10/11, que ganó la liga y la copa galas.
No obstante, a día de hoy aún pertenece a la
Roma. Fue despedido, pero no ha rescindido todavía un contrato que vence en 2018 y por el que cobrará 11 millones de euros, siempre que no se comprometa con otro club. Una poderosa razón para haber rechazado con anterioridad otras propuestas y que podría explicar por qué el galo exige un contrato de muchos años.
Este hecho otorga ventaja al argentino, quien justo antes de que el
PSG echase sus redes sobre
Emery negociaba su fichaje por el
Granada. La llamada del Sevilla le ha hecho paralizar las negociaciones con el club nazarí, que le ha dado tiempo para que medite, pero que ya piensa en
Paco Jémez y da casi por perdido al exseleccionador chileno, con el que los dirigentes del Sevilla encontraron gran sintonía.
Éste también cuenta con un caché importante -la prensa granadina habla de cinco millones por dos años de contrato-, pero es el que más convence en la planta noble del
Sánchez Pizjuán. No obstante, hay más nombres sobre la mesa. No paran de llegar ofrecimientos y el club no descarta reunirse en los próximos días con más técnicos. Hay mucho que sopesar, pues los candidatos tienen estilos diferentes, pero esta frenética actividad no deparará novedades hasta que
Emery diga adiós.