Los principios de Sampaoli han calado hondo

Calma chicha en el Sánchez Pizjuán

Calma chicha en el Sánchez Pizjuán
Lógicamente, Sampaoli no se mostró contento en rueda de prensa después de haber caído por 0-2 ante el Barcelona. - Alejandro Sáez
Alejandro SáezAlejandro Sáez 4 min lectura
Define la calma chicha Arturo Ortega Morán, escritor mexicano que se ha especializado en la investigación del origen de las expresiones castellanas, como hablar de la quietud. Pero no de esa quietud que cura la fatiga y que abre espacios a la meditación, la que supone un remanso dentro de la turbulencia. Hablar de calma chicha, según Ortega Morán, es hablar de la otra quietud, la que desespera, en la que no hay negro ni blanco, ni frío ni calor, ni bien ni mal... la que sabe a muerte. Esa que se está viviendo hoy día en Nervión, donde las expectativas creadas con la llegada de Sampaoli y las sensaciones demostradas durante ciertos compases de partido son tan placenteras como una sobredosis de barbitúricos antes del último paso al más allá. Porque encerrar al Real Madrid en su campo en una final europea es tan grandilocuente como jugarle de tú a tú al Barça arrebatándole la posesión del esférico, pero acabar sucumbiendo a la lógica ante los grandes es un jarro de agua fría que despierta a cualquier sevillista del ensueño que genera el argentino Jorge Sampaoli con su filosofía y ese deje mientras comenta sus ideales sobre la cancha.

Un Sevilla que presiona muy arriba y que asfixia al rival hasta conseguir hacerse con el esférico, un Sevilla lanzado al arco rival y volcado en campo contrario; un Sevilla que mima el esférico y que busca sacar la pelota jugada desde atrás renegando del patadón arriba. Un Sevilla protagónico y vistoso que gusta mucho en el graderío mientras se agarra a los ideales de su técnico y que desconcierta en ciertos momentos al sevillista cuando los planes cruzan la frontera de la obsesión hasta el punto de convertirse en un planteamiento destinado a morir fiel a sus principios, pero al fin y al cabo a morir. Un Sevilla que se abre en exceso a la hora de sacar la pelota con una zaga de tres y que deja espacios en el centro que suelen ser aprovechados por el rival, haciéndole sufrir en exceso a la espalda. Un Sevilla que toca y toca hasta morir en las inmediaciones del área rival sin que se encuentre finalización... Un Sevilla en construcción, como el Sánchez Pizjuán, donde la calma chicha ya se ha asentado y donde empiezan a cuestionarse aspectos.

Lo destacado del estilo Sampaoli:

1. Una cuasi asfixiante presión adelantada se ha convertido en seña de identidad.
2. Protagonismo con el balón y presencia en el campo contrario en busca del arco.
3. Un fútbol atractivo en el que se mima la pelota para gusto del público.
4. Reniega del pelotazo e intenta sacar la pelota jugada desde atrás.

Por mejorar:

1.Muere fiel a sus ideas, convirtiéndolo en preso de la posesión.
2.Se abre en exceso a la hora de sacar la pelota y deja espacios en la zona ancha.
3. En su búsqueda obsesiva del arco contrario, se olvida del suyo; sufre a la espalda.
4. Ha manifestado una falta de pegada; llega a la portería rival, pero no finaliza.
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