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Sevilla-Betis: Preñado de pasión, estéril de emoción

Sevilla-Betis: Preñado de pasión, estéril de emoción
- Óscar Murillo
Óscar MurilloÓscar Murillo 7 min lectura
Lo rebautizan como #ElGranDerbi, paradójicamente, cuando alcanza su primer centenario de vida, acaso un guiño a su condición eterna, genuina, auténtica. Sus protagonistas y, sobre todo, LaLiga le dan a la vejez el sitio que merece, que siempre mereció, en el orbe balompédico, el patrio al menos. Porque el duelo cainita por excelencia alumbra más que nunca, iluminado felizmente con la madurez que le confirieron dos tristes pérdidas que acercaron a las dos mitades de Sevilla lo justo para que lo de esta noche sea una fiesta, un espectáculo en el campo y, más aún, en la grada. Pero sólo eso. Todo eso. Para que, por mucho que se empeñen en lo contrario, los de más allá de Despeñaperros no puedan hablar sino de fútbol, arte y pasión.

Una colosal amalgama de posología impredecible que desprende el partido de los partidos, ése que logra sincronizar dos veces (como mínimo) por temporada el reloj biológico de los sevillanos. El que añora la emoción de antaño, perdida para desgracia heliopolitana y vanagloria nervionense. El que rezuma pasión, porque nada ni nadie puede extinguir ese manantial, tan perpetuo como el propio derbi. Un choque preñado ‘per se’ de alicientes, aunque estéril últimamente de incertidumbre. Los resultados no mienten en este punto, por mucho que la cautela blanquirroja y la ilusión verdiblanca equilibren muchos pronósticos. El caso es que el Sevilla manda con autoridad en los capítulos más recientes de la rivalidad hispalense. Baste un dato: el Betis no gana a su vecino desde hace dos años y medio (0-2 en Europa League, una eliminatoria volteada en el segundo partido por el que, a la postre, se convertiría en campeón del torneo), más de cuatro si se tiene en cuenta únicamente LaLiga (el conocido como ‘Beñatazo’ de 2012). Encima, en la Avenida de La Palmera no celebraron siquiera un tanto en sus seis últimos cruces con su enemigo más íntimo. Suficiente coartada para que el favoritismo caiga este martes del lado del anfitrión, pese a que el germen de la imprevisibilidad de los derbis se resista a morir.

Cierto es que, diferencia de puntos y presupuestos aparte, los proyectos de Sampaoli y Poyet tienen ciertas similitudes. Ambos lideran grupos con una decena larga de caras nuevas, con lo que el duelo cainita se les debe antojar prematuro, al menos para ver a los dos equipos en su esplendor. Los claroscuros han gobernado el rendimiento común en este arranque de curso, razón por la que el 20-S se presenta como un test relevante, mucho más para el crédito del argentino y el uruguayo que clasificatoriamente hablando. Y no es algo baladí, dado lo muchísimo que implican la confianza propia y ajena en el devenir de la temporada.

Así lo han entendido los dos entrenadores, ‘cancheros’ en toda la amplitud del término y empapados de una rivalidad que parece venirles como anillo al dedo. Escondieron sus cartas en público, algo menos en privado tanto Jorge como Gustavo, con los onces definidos en más de un 90 por ciento en la víspera, pero con al menos una duda por barba. En clave sevillista, la vacante más incierta podría estar en la parcela ancha, dependiendo de lo cierto que sea el recelo del otrora seleccionador chileno acerca del peligro bético al contragolpe. Y también del peso que aquél posea en comparación con la osadía innata del ‘bielsismo 2.0’ del preparador de Casilda.

La citación, prevista para primera hora de la tarde de hoy, despejará alguna incógnita, si bien el isquiotibial izquierdo de Rami y el recto anterior derecho de Carriço se ocuparon de descartar a los dos centrales durante la visita de Ipurua, por lo que se unen a los lesionados de larga duración Krohn-Dehli, Trémoulinas y David Soria. Mercado y Nasri, entre algodones estos días, llegarán a tiempo salvo sorpresa, por lo que Sampaoli, que dio descanso a total o parcial a varios de sus fijos, podría alinear a su equipo más o menos de gala. En él, Sergio Rico parte con ventaja bajo palos, con Mariano y Escudero en los laterales, mientras que Pareja y Mercado -de no llegar a tope, entraría Kolo- completarían la zaga. Por delante, N’Zonzi seguro, con el ‘Mudo’ Vázquez cerca, Vietto en punta y Vitolo y Sarabia escorados. La última plaza se la disputan Nasri (la opción más arriesgada), Iborra, Kranevitter (la más conservadora, pero serían tres partidos muy seguidos para el colchonero) y Kiyotake, con el sinfín de combinaciones tácticas consecuentes.

En clave bética, Poyet aisló a los suyos en Montecastilla hasta este mismo mediodía, cuando se conocerá la nómina de elegidos. Faltarán el aún renqueante Jonas Martin, con una rotura parcial del ligamento deltoideo de su tobillo izquierdo desde el estreno en el Camp Nou, y el sancionado Dani Giménez. De no mediar un milagro, también Tonny Sanabria, a no ser que el cuerpo técnico verdiblanco jugara ayer en Jerez al despiste. No termina de superar sus molestias de pubis el paraguayo, al menos para desbancar a un Álex Alegría que oposita a la continuidad en un tridente en el que tiene plaza fija Rubén Castro. Joaquín, por varias cuestiones (deportivas y no tanto), cerraría esa línea por la derecha. Atrás tampoco habrá variaciones, así que Piccini, Mandi, Pezzella y Durmisi, con plena confianza a pesar de los pesares, escoltarán a Adán. Petros repetiría en el eje, con Brasanac a un lado y Felipe Gutiérrez al otro, éste relevando a Fabián.
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