El análisis del Sevilla-Lyon

Cuando todo no es la posesión

Cuando todo no es la posesión
Franco Vázquez, presionado por dos rivales. - Alejandro Sáez
Alejandro SáezAlejandro Sáez 2 min lectura
No es cuestión de ir contra Sampaoli, ni de criticar por criticar. Que es cierto que el cambio de estilo ha sido muy grande, pero también que la coletilla de ´en construcción´ no puede durarle toda la vida a un equipo que aspira a hacer algo grande en Champions. Se enfade quien se enfade, el Sevilla tiene que parecerse a lo visto ayer durante la segunda mitad, siendo aburrido y digno de pitos todo lo que se parezca al Sevilla de los primeros 45´: mucha posesión de la pelota y mucho pase a ninguna parte. Un equipo plano y horizontal al que por regla general le faltó empaque. Un Sevilla que, salvo excepciones, no tuvo sangre en el balón dividido y que evidenció una falta de verticalidad apabullante; un conjunto que no tiraba y que quería meterse hasta la cocina con el balón pegado al pie. Que la famosa presión adelantada existe, pero a rafagas y con más cortes que el agua caliente de la ducha de un camping. Y eso, por no hablar de las pérdidas de balón. Que lo de los ´errores no forzados´ queda muy bonito en rueda de prensa, pero que sobre el campo no es más que entregarle la pelota al contrario a las primeras de cambio. Y con eso, intentando sacar la pelota desde atrás, pues no se va a ninguna parte.
Que los pitos en la grada no fueron casualidad, al igual que tampoco lo fueron los aplausos tras el paso por vestuarios. Que no es cuestión de dejarse llevar por la euforia, pero que para superar las líneas hace falta la intensidad y la profundidad que los de ´Sampa´ le imprimieron tras el descanso y que para marcar es necesario tirar a puerta como también hicieron en el segundo periodo. La posesión, por sí misma, no lo es todo.
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