No volverá a confundir José Castro, presidente del
Sevilla Fútbol Club, el nombre del estadio del
Leganés, pues a partir de ahora siempre podrá recordar que fue en Butarque donde el conjunto nervionense rompió una gris racha a domicilio, dejando atrás los 22 partidos sin vencer lejos del Sánchez Pizjuán. Un triunfo que, sin embargo, no resultó sencillo, viéndose truncado durante ciertos compases del partido después de que el conjunto pepinero consiguiese igualar en dos minutos un encuentro que iba perdiendo por 0-2. Y es que el
Sevilla jugó como siempre a domicilio, con sus errores típicos como visitante (véase las desaplicaciones atrás y las pérdidas absurdas), pero ganó como nunca en un encuentro en el que la calidad de uno y otro y la diferencia de los presupuestos resultó ser clave.
Sarabia, que sustituyó a Ben Yedder en la segunda mitad, firmó en el tramo final del encuentro un gol de bella factura que significó el 2-3 definitivo y que supuso el fin a una trayectoria blanquirroja de 511 días sin ganar como visitante en Primera división, algo que los de Sampaoli consiguieron ante un Leganés que le creó demasiados apuros en labores defensivas y que lograron gracias a la efectividad de un plantel, el sevillista, que vio portería en las tres ocasiones que se aproximó con peligro a la portería defendida por Serantes.
Un
Sevilla que, con el triunfo, se quita una pesada mochila de encima y que suma tres puntos de oro que le sirven para soñar con ser líder de la clasificación una vez que finalice la jornada. Un mérito que, sin embargo, no debe ocultar los errores atrás y las pérdidas de balón que pudieron costar los tres puntos.