'Nervión no regala puntos', rezaba uno de los lemas de un remodelado
Sánchez Pizjuán que, tras un dudoso inicio de temporada como local en casa durante el curso pasado, fue tachado de gafe. Un enunciado que fue borrado de inmediato en el rojo impoluto de la
'Bombonera' y tras el que, superstición aparte, la maquinaria sevillista volvió a amurallar el fortín sevillista para orgullo de la entidad. Por ello, mañana se vivirá ambiente de final en
Nervión, donde el
Sevilla se juega cerrar la clasificación para los octavos de final de la
Champions y gran parte de las opciones de ser primero de grupo. Un encuentro en el que los de
Sampaoli lo harán contra el líder italiano, una
Juventus ante la que ya lograron el curso pasado un triunfo por 1-0, con gol de
Llorente, que supuso la primera piedra de un largo camino en la
Europa League que culminó convirtiéndose en pentacampeones de la misma, otra UEFA.
Un auténtico ambiente de fiesta a emular mañana ante la
'Vecchia Signora', haciendo uso los de
Jorge Sampaoli de su arma secreta; esa que tantos clubes envidian y que muchos gustan imitar: el
Ramón Sánchez Pizjuán y su graderío, donde el sevillismo se crece y miles de gargantas llevan en volandas al equipo a ganar, haciendo del Himno del Arrebato su Padre Nuestro. Y es que algo debe tener el
Pizjuán cuando son ya 14 los rivales que han hincado la rodilla esta temporada desde que el balón echara a rodar el pasado mes de agosto; una fuerza de la que también se ha valido el filial sevillista este año en la 'Categoría de Plata', siendo sólo el todopoderoso Barcelona de
Messi,
Neymar,
Luis Suárez y compañía el único conjunto que esta temporada ha conseguido sumar un triunfo en partido oficial.
De hecho, pese a sufrir para ello, lo ha hecho hasta en dos ocasiones, con un 0-2 en la
Supercopa de España y un 1-2 en el último encuentro disputado por los de
Sampaoli como locales; un partido en el que el conjunto azulgrana sufrió de lo lindo y se vio obligado a darle la vuelta al marcador, algo que sólo consiguió gracias a una pérdida de
Carriço a la hora de sacar el balón jugado y a un inexplicable taconazo atrás de
Sarabia en el área que bien podría haber valido el 2-0 y haber dejado prácticamente 'K.O.' a un Barcelona que luego habría tenido muchos más inconvenientes para darle la vuelta a la tortilla. Bastante menos resistencia, sin embargo, pusieron en Liga Espanyol (6-4),
Las Palmas (2-1),
Betis (1-0),
Alavés (2-1) y
Atlético (1-0); mientras que en
Champions sucumbieron Lyon (1-0) y
Dinamo de Zagreb (4-0).
Una línea emulada por los de
Diego Martínez, que también han hecho del
Sánchez Pizjuán su talismán, no conociendo todavía la derrota como locales pese a ser el plantel más joven e inexperto de Segunda división, donde, para sorpresa de muchos, ocupa los puestos altos de la tabla. Y no es casualidad, pues al calor del sevillismo, que cada vez se aglutina en mayor medida al calor del primer filial, ha sumado cinco victorias (2-0 al
Huesca; 1-0 al
Alcorcón; 2-1 al
Zaragoza; 2-0 al
Elche y 1-0 al
Almería) y dos empates: 3-3 ante el
Girona y 1-1 ante el
UCAM Murcia.
Por ello, mañana el
Sánchez Pizjuán meterá el primer gol en una cita en la que a los de
Sampaoli le sirven dos de los tres resultados posibles, amarrando el pase a octavos tanto con el empate como con el triunfo, el cual, además, le dejaría el primer puesto en bandeja. Una derrota, sin embargo, colocaría a los blanquirrojos en una delicadísima situación, teniéndose que jugar todo a vida o muerte en la última jornada ante el
Olympique de Lyon, lejos del estadio
Ramón Sánchez Pizjuán y de los suyos. Es decir, una verdadera final en la que no habrá hueco para gafes ni supersticiosos:
Nervión no regala puntos.