A veces, cuando más al alcance parece que están las cosas, más difícil se hace verse consiguiéndolas. Y esa es la sensación con la que se presentó ayer el Sevilla en el Parc Olympique Lyonnais. La presión que se formó después de haberlo tenido casi hecho en el tramo final del último encuentro en casa frente a la Juventus se convirtió en una tensión que le pasó factura al equipo de Jorge Sampaoli.
Convertido en una obligación el pase a octavos de final, ya que era uno de los objetivos marcados por el club, lo factible del hecho le afectó a los blanquirrojos, que no se parecieron en nada a lo que quiere el de Casilda para ellos. Y es que, a pesar de conseguir el pase a la siguiente fase de la Champions, el argentino se quedó sin el fútbol por el que quieren que lo recuerden. Aunque, seguro, eso es algo que le importa bien poco a los sevillistas, que celebran estar entre los 16 mejores de Europa.
Javier Muñoz Zapata1 min lectura