El análisis del Sevilla F.C.-Real Madrid

Desde la sala de máquinas

Desde la sala de máquinas
Como Rami en la imagen, seguro que el sevillismo estaba deseando anoche felicitar a Steven N'Zonzi. - Óscar Murillo
Óscar MurilloÓscar Murillo 2 min lectura
El Sevilla tumbó este curso al Madrid a la cuarta, pero sin renunciar a la misma fórmula. Así, si su rival propuso guiones diferentes en la Supercopa de Europa, la Copa y la Liga, los nervionenses insistieron en alimentar sus opciones en la sala de máquinas, monopolizando el balón y buscando ser ofensivos siempre desde el protagonismo y la osadía.

De inicio, dado que Zidane le había tomado prestado en parte el dibujo, Sampaoli apostó por un 1-4-2-3-1 tremendamente flexible, ya que N'Zonzi e Iborra se alternaban en el doble pivote, casi nunca con ambos en paralelo. Sobre todo el galo aprovechó para descolgarse más que otras veces y no ya aparecer como de costumbre en muchas zonas del campo para la resta, sino percutir a la espalda de los tres centrales madridistas para hacer daño con su visión y su envergadura. La movilidad de Vitolo, Nasri y Vázquez generó superioridad por dentro y compensó el déficit de subidas de los carrileros, más atados por tener las espaldas menos pertrechadas que otros días.

No fue un arranque en tromba del Sevilla, sino que su entrenador trató de que el choque no enloqueciera tanto con las idas y vueltas como en muchas fases del cruce copero, aumentando progresivamente la intensidad para terminar encerrando en su área al líder en muchas ocasiones. En la reanudación, el riesgo en la salida y la presión alta del Madrid generaron tanto el 0-1 como la apuesta doblada en lo ofensivo de Sampaoli, que obtuvo premio con el autogol de Ramos y el arreón postrero que materializó en victoria Jovetic.
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