Sampaoli se encuentra en el centro de
un círculo de problemas interrelacionados y que han provocado un
frenazo a la ilusión despertada por un Sevilla que este mes se ha despedido de la Champions y se ha alejado casi definitivamente del sueño de aspirar al título liguero. Una involución sin explicación sencilla, porque es el resultado de una serie de deficiencias en las que
convergen lo individual y lo colectivo, el factor físico y el mental y los errores a la hora de buscar soluciones para salir de esta dinámica negativa.
Es difícil adivinar si este receso parte del bajón de los pesos pesados, o si ha sido la flaqueza de los conceptos globales han socavado su talento, pero lo cierto es que guardan una relación estrecha y de momento Sampaoli no ha sabido enmendar la situación. No en vano,
ninguna de las modificaciones introducidas últimamente, la mayoría experimentales, han funcionado, y, a día de hoy, su Sevilla presenta un serio déficit en aspectos básicos, como el
trabajo defensivo o la salida de balón, consecuencia de las distancias entre líneas o la
excesiva dependencia de la inspiración de sus estrellas por mor de la ausencia de automatismos consistentes. No obstante, hay materia prima y Sampaoli ya ha demostrado ser un hombre de recursos.