El Arias más personal: "Monchi se fue y se llevó el molde"

El Arias más personal: "Monchi se fue y se llevó el molde"
Óscar Arias posa junto a su nuevo despacho en las oficinas del Sánchez Pizjuán. - A. Sáez / Á. Palomo
Alejandro SáezAlejandro Sáez 8 min lectura
Analizada la futura planificación deportiva del Sevilla F.C. durante la primera parte de la entrevista con ED, Óscar Arias muestra su carácter más personal en esta segunda entrega, en la que habla abiertamente de su relación con Monchi y la eterna comparación con el de San Fernando, así como de los problemas con los que se ha topado durante sus primeros días en el cargo. Su hermetismo y todos los inconvenientes que conllevan estar en primera línea de batalla es algo que sigue rumiando, sabedor de que no le queda más remedio: "No me gusta la corbata".

- ¿Se notará el sello de Óscar Arias en la planificación deportiva de este verano, a pesar de ser una clara línea continuista con lo que ya había en Nervión?
- Como bien decís, es una línea continuista. He tenido la suerte y el privilegio de estar cuatro años al lado del número uno. He aprendido mucho de cómo hacer las cosas y cómo manejar situaciones, así como en la toma de decisiones. Yo todo eso, evidentemente, lo voy a seguir aplicando. Luego, por otro lado, yo soy Óscar, no soy Monchi. Cada uno tenemos nuestro enfoque de diferentes cuestiones, pero siempre dentro de una idea general que será muy parecida.
- ¿Es demasiado alargada la sombra de Monchi? ¿Es una presión que estén continuamente comparándolo?
- Para mi es un honor que me comparen con Monchi, aunque creo que salgo perdiendo en casi todas. Para mí no es una presión añadida; yo creo que el sevillismo sabe que Monchi es una figura que se ha curtido aquí año a año y que después de 17 temporadas al frente de la dirección deportiva del Sevilla era lo que era, toda una institución. Y sigue siéndolo, aunque no esté aquí; sigue teniendo el reconocimiento del todo el sevillismo. Yo en ningún caso me puedo comparar con Monchi; no sólo yo, sino ningún otro que esté sentado aquí en esta situación. Monchi se ha ido y se ha llevado el molde; aquí estaré yo o vendrá otra persona en otro momento y hará su trabajo, pero nunca podrá ser comparado con Monchi.
- ¿Pueden chocar el Sevilla y Monchi en un mismo objetivo durante este verano?
- Podemos encontrarnos, pero no vamos a chocar. Todo el mundo sabe de la condición de sevillista de Monchi, y como sevillista nunca va a chocar con el Sevilla.
- Siempre se decía que una llamada de Monchi, a la hora de una negociación, tenía mucho peso. ¿Entiende Óscar Arias que ahora, cuando llama usted, es diferente?
- Me lo comentaron el día de la presentación. Y es verdad que Monchi tiene mucho peso porque a lo largo de todos estos años ha creado, se ha hecho de una posición y unos contactos que controla y maneja de una manera importante. Pero creo que todo eso está fundamentado en que detrás había una marca muy fuerte que es el Sevilla. Y yo no tengo lo que él tenía en ese sentido, pero sí mantengo esa marca. Cuando llamo yo, a mí no me conocerán mucho, pero al equipo que digo detrás de mi nombre sí lo conocen.
- Pero Óscar Arias también lleva mucho tiempo en esto y ha viajado mucho como secretario técnico del Sevilla. Tendrá su agenda.
- Llevo cuatro años en el club, otros cinco de director deportivo en el Recreativo y dos en Las Palmas. Este mundo lo conozco, lo controlo. A algunos niveles no llegaba y en este tiempo que llevo en el Sevilla, pues he ido llegando.
- De hecho, se le atribuyen los fichajes de jugadores tan valiosos como Steven N’Zonzi o Grzegorz Krychowiak.
- No voy a ponerme medallas en cuestiones que, además, no son mías. Yo puedo visualizar una posibilidad de cara al futuro en un jugador, pero luego hay que tomar una decisión. Lo fácil es decir eso, lo difícil es tomar esa decisión y traerse a ese. Lo complicado es lo que hacía Monchi y lo fácil, realmente, lo que hacíamos nosotros, que es importante en marcar y señalar, pero si luego con toda esa información no sabes tomar una decisión acertada... Yo he intentado siempre apoyar y respaldar a Monchi con mi punto de vista, darle mi opinión para que él tuviese la máxima información a la hora de intentar tomar la decisión correcta. Pero el mérito final siempre ha sido de él; nosotros le hemos ayudado en la medida que nos corresponde, pero el peso siempre lo ha llevado él; ahora me tocará a mí.
- ¿Y cómo lleva esa presión?
- No siento esa presión, porque siempre he estado muy cercano a él, Hemos hablado muchísimo, hemos compartido muchísimo antes de él tomar las decisiones y de eso también he aprendido bastante. Yo creo que estoy capacitado para tomar esas cuestiones. Lógicamente hace falta la suerte necesaria en alguna que otra cuestión, pero en línea generales no me siento demasiado responsabilizado por esta situación; forma parte de este trabajo.
- Transmite la sensación de que Óscar Arias se siente más cómodo lejos de los focos, trabajando en silencio y alejado de las corbatas y los trajes. ¿Es así?
- La corbata no me gusta, eso sí te lo digo. Pero entiende que en el puesto en el que estoy y representando a la entidad a la que represento hay que dar la imagen que corresponde; pero sigue sin gustarme. Otra cosa es ya estar al frente y hablar, no me supone un problema. Prefiero, eso sí, no hablar muchas cosas, porque entiendo que no es beneficioso que yo esté radiando el día a día de las cosas que hacemos. Creo que no ayuda; si fuese beneficioso lo haría, pero entiendo que no es bueno que yo esté diciendo lo que vamos a hacer con uno o con otro. Si va a venir fulanito y no va a venir menganito. Lo único que hace eso es entorpecer y encarecer las decisiones que se tomen. En ese sentido me gusta más la discreción.
- ¿Podría decirse, entonces, que el presidente habla demasiado?
- Puede hablar lo que quiera, que para algo es el presidente.
- Pero usted, como director deportivo, se ha caracterizado por un total hermetismo desde el primer día.
- Para mí son importantes las cosas que estamos haciendo y gestionando. Y no me gusta que se trasladen al exterior situaciones que no casan con la realidad; tampoco opinar o hablar demasiado sobre cuestiones que según dicen otros. Al final, cuanto más hablas más cerca estás de equivocarte; yo intento hablar lo estrictamente necesario para no meter la pata.
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