Afronta
Óscar Arias una
Navidad complicada, una vez que el consejo de administración sevillista destituyera el pasado viernes a
Eduardo Berizzo como entrenador del
Sevilla. Gran revés para su primer proyecto como director deportivo blanquirrojo, un esfuerzo titánico que no acaba de germinar y en el que, con el paso de los meses, no dejan de florecer las dudas que sembró el pasado verano, cuando cogió el relevo de
Monchi al frente de la planificación deportiva del pentacampeón de la
Europa League.
Una labor ruda que ahora, a mitad de temporada, se le pone mucho más empinada incluso, viéndose obligado a encontrarle un recambio a su primera gran apuesta para el banquillo, un
'Toto' Berizzo que ha demostrado una
profesionalidad y
dedicación envidiable, pero que ha defraudado en lo deportivo, malviviendo el equipo gracias a la inercia ganadora de la institución y protagonizando más de un ridículo a lo largo de este primer tramo de la temporada.
Está obligado
Arias, por tanto, a encontrarle un recambio de garantías al 'Toto', un plan B que resuelva las incógnitas y que reconduzca el juego sevillista hacia una mayor competitividad ante los grandes, más cuando en los octavos de
Champions espera el
Manchester United de Mourinho. Una labor que ya por sí se antoja complicada y que, en el caso concreto de
Arias, toma un cariz delicado. Al menos eso demuestra su trayectoria como director deportivo, donde no se ha mostrado especialmente ducho a la hora de manejar los banquillos.
En el
Recreativo, donde asumió la responsabilidad de la dirección deportiva tras el fallecimiento de
Pepe Rivera, una vez que hubiera accedido al área deportiva de la entidad tras colgar las botas en la 01/02, asumió la planificación a lo largo de cinco temporadas (04/05-08/09). En la primera de ellas el conjunto onubense contrató a
Quique Hernández, que había subido al
Numancia el año antes.
Pese a ello, los acontecimientos que propiciaron su ascenso como director deportivo la convirtieron en una campaña de transición, siguiendo en gran medida el plan establecido; algo parecido a lo que ha ocurrido este verano, cuando se ha utilizado gran parte del trabajo hecho anteriormente, con
Monchi a la cabeza. El
Recre, ese curso, quedó quinto en Segunda y no consiguió el ansiado ascenso. Sería en su segunda campaña al frente cuando, quizá,
Arias firmaría su mayor acierto en los banquillos, contratando a
Marcelino, con quien el
Decano consiguió ascender como campeón de
Segunda.
En la 06/07, ya en
Primera, el asturiano acabó la temporada en octava posición; todo un éxito que, entre otras cosas, acabó con
Marcelino en el
Racing y con
Óscar Arias buscándole un recambio de garantías en verano. Algo que no consiguió, apostando por
Víctor Muñoz (había pocas probabilidades para ello), quien solo aguantó 22 jornadas, dejando al
Recre penúltimo.
Tras ello, Arias confió en la casa, subiendo de
Tercera a
Zambrano, quien consiguió salvar al equipo a final de temporada, aunque al año siguiente sólo duraría seis jornadas, apostando por Alcaraz, con el que se consumó el descenso a
Segunda, como colista. Es decir, un fiasco doble que, entre otras cosas, provocó que Arias cambiara de aires, enrolándose en las filas de
Las Palmas durante dos temporadas, siendo
Kresic, con el que ya coincidió en
Huelva antes de convertirse en director deportivo del club onubense, el primero de los entrenadores que fichara en la isla. Una apuesta que tampoco aguantó el curso, abandonando la entidad amarilla el croata en la jornada 32.
Momento en el que
Arias apostaría por
Jémez, que había ascendido a Segunda el año antes con el
Cartagena. El 'cordobés' consiguió salvar al conjunto insular, al que, eso sí, dejó en la misma posición que lo cogió cuando se marchó
Kresic (17º). Se las pintaba felices
Arias, quien pensaba haber encontrado en
Canarias a su nuevo 'Marcelino', pero en la 10/11, sin embargo,
Jémez sólo aguantaría 26 jornadas, apostando el hoy director deportivo sevillista por una fórmula ya utilizada en Huelva y que hoy día, en Nervión, y con
Tevenet en el alambre como técnico del
Sevilla Atlético, tiene totalmente imposible: apostar por la gente de casa.
Se hizo cargo del equipo
Rodríguez, con quien acabarían la temporada en la zona media-baja de la tabla (15º) en Segunda división, bastante lejos del objetivo marcado: el ascenso. Un
fracaso que acabó con el proyecto de
Arias en la isla, donde no fue renovado, y que volvió a demostrar que los banquillos no son su fuerte; especialmente a la hora de enmendar lo errado. Una larga sombra que hoy arriba a Nervión.