El
Sevilla de
Pablo Machín y
Joaquín Caparrós, aún en construcción, pone hoy rumbo a
Tánger en un viaje con sentido inverso al que cada verano toman cientos de migrantes, cruzando los 15 kilómetros (14,4 km en su punto más estrecho) de un
Estrecho de Gibraltar que separan las miserias de su vida en África con los sueños de una nueva, y mejor, historia en Europa. Una fiesta preparada para y por el
Barcelona que, envuelta bajo el brillante papel de regalo de poder disputar una nueva final, lleva a los de
Nervión como subcampeones de Copa hacia el
estadio Ibn Battouta de Tánger (Marruecos) como un auténtico convidado de piedra, gracias a la
Real Federación Española de Fútbol, dirigida por
Luis Rubiales.
Un actor secundario con piel de bufón al que en
Cataluña le han colocado de antemano la nariz de payaso, a la espera de que
Machín sea capaz de quitarle el disfraz a los suyos y, en un alarde de pundonor, plantarle cara sobre el campo a un
FC Barcelona que, con la ayuda de
Rubiales, disfrutará del calor de la grada a su favor, repleta de marroquíes con camisetas falsas de
Messi y ávidos de fútbol de primer nivel.
Una
Supercopa de España que, por las exigencias del calendario culé y sus bolos en
Estados Unidos (como si el Sevilla no tuviera que jugar tres rondas previas de la Europa League), se jugará por primera vez a partido único y en el extranjero, siendo también el primer encuentro oficial del fútbol español en el que se utilizará el
VAR. Una serie de peculiaridades a la que ayer, justo 24 horas del partido, se sumó un comunicado de la
RFEF anunciando que no habrá límite de extracomunitarios, allanando de esta forma el pedregoso camino de un
Barcelona que, al contar con
Arturo Vidal,
Arthur y
Malcom, se había visto obligado a nacionalizar de manera exprés al brasileño
Coutinho, gracias al pasaporte luso de su mujer.
Valverde, por tanto, ya no debe tener a miedo a posibles flecos sueltos en la apresurada nacionalización:
Rubiales le brinda una barra libre.
El
Sevilla, por tanto, saltará al circo marroquí con la intención de purgar sus errores del pasado y ante el
Barcelona, el mismo rival que meses atrás lo desintegró en la final de
Copa tanto en lo deportivo como en lo institucional, dar un golpe sobre la mesa y demostrar que el primer proyecto de Caparrós va en serio. Con
Vaclik en la portería, ante la huida de
Rico a la Premier, tampoco se esperan demasiadas sorpresas en el once de
Machín, quien el pasado jueves reservó a muchos de sus pupilos frente al Zalgiris.
En la línea de tres centrales, el danés
Kjaer, que llega sin minutos de juego como sevillista este verano, acompañará en principio a
Mercado y
Sergi Gómez, una vez que
Gnagnon jugara frente a los lituanos. Los carriles, para
Jesús Navas y
Escudero, auspiciando
Roque Mesa (Nzonzi apenas suma entrenamientos) a
Banega en la sala de máquinas.
Menos claro está el acompañante de
Pablo Sarabia en la media punta, optando a ello el
'Mudo' Vázquez,
Nolito,
Muriel,
Pejiño e, incluso,
Aleix Vidal, a quien el técnico soriano también lo ve ahí. Arriba,
Ben Yedder, al ser demasiado precipitada la participación del portugués
André Silva, quien arribó en el día de ayer a la capital hispalense como el '9' de referencia que solicita
Machín.
Con la baja de
Sergi Roberto por sanción,
Valverde, por su parte, acompañará a
Messi de un once en el que mezclará a algunos internacionales poco rodados con los hombres que más minutos acumularon en la pretemporada azulgrana.