Propició el fichaje de Max Merkel y se convirtió en su mano derecha

José María Negrillo, discípulo aventajado y gran valedor de 'Mr. Látigo'

A sus 80 años, José María Negrillo rememora cómo se forjó el fichaje de Max Merkel como entrenador del Sevilla; un técnico que no sólo marcó la evolución del fútbol en España, sino que también cambió su vida tanto en lo personal como en lo profesional.

José María Negrillo, discípulo aventajado y gran valedor de 'Mr. Látigo'
Negrillo posa con las copas de la Liga y del Generalísimo conseguidas con el Atlético. - Alejandro Sáez
Alejandro SáezAlejandro Sáez 10 min lectura
José María Negrillo es historia viva del Sevilla Fútbol Club, habiendo formado parte de manera activa en uno de las decisiones más relevantes de la entidad en su centenaria historia e influyendo, también, en la evolución del fútbol español. A sus 80 años, ya retirado, el sevillista Negrillo rememora para ESTADIO Deportivo sus tiempos como técnico, recordando cómo se gestó el fichaje de Max Merkel  (´Mr. Látigo´) (69/70) por los de Nervión y mostrando su agradecimiento a éste, quien, sin lugar a dudas, acabó marcando su vida tanto en lo profesional como en lo personal.
 
- Dicen que es el descubridor de Max Merkel en España.
- Eso no es así. Yo, que soy sevillista hasta la médula, sólo cumplí con un favor que me pidieron desde el club. 
 
- Cuente, cuente...
- Yo me fui a Alemania a trabajar, donde también jugué al fútbol en el Coppengrave, un equipo de regional. Allí también me saqué hasta el tercer título de entrenador; eran cuatro. Al volver, Don Ángel Díaz Gómez, que era secretario del Sevilla cuando las oficinas estaban en la calle San Miguel, me dijo que Don José Ramón Cisneros Palacios (presidente) me quería ver. Yo pensé que qué querría ese hombre, ya que era un señor que imponía mucho respeto simplemente con escuchar su nombre. Sin saber el porqué, me presenté en su despacho, donde estuvimos hablando. Él sabía que yo había estado en Alemania y entonces me preguntó que cuál era el mejor entrenador que había en ese momento allí, a lo que yo le contesté que Max Merkel, que había ganado ligas y copas en Austria y en Alemania y que había sido seleccionador de Holanda. Entonces, Don José Ramón me dijo que le mandara una carta, que quería ficharlo, a lo que yo le dije que pensaba que no iba a responder.
- ¿Y qué le dijo entonces Cisneros Palacios?
- Que qué perdía yo, el sobre y el sello; ya está. Así que eso hice, con la sorpresa de que el señor Merkel sí me respondió.
 
- Y lo ficharon.
- Sí. Yo le llevé la transcripción al señor presidente y se citaron en Madrid, a donde yo fui como intérprete. Merkel venía de vacaciones con su señora a Mallorca, pero quería ver la final de la Copa de Europa en Madrid entre el Ajax y el Milan, por lo que le pidió a Cisneros Palacios que le consiguiera unas entradas. Tras hablar las cosas, la idea de Merkel era la de irse para Mallorca, pero el presidente no le dejó. Le convenció de que se viniera con nosotros a Sevilla a ver el club y las instalaciones. Era un hombre con talante que, al final, acababa convenciendo a cualquiera; aunque también lo era Merkel. ¡Se juntaron dos elementos buenos!
 
- Y usted allí, sin tener nada que ver con el Sevilla.
- Sí. Yo tenía mi trabajo aquí, en una casa de ´tupperware´ que acababa de asentar su sucursal en Sevilla. Era la época en la que eso estaba saliendo y poniéndose de moda. Yo lo hice todo de forma desinteresada, era sevillista hasta la médula e hice de intérprete, porque no había nadie que supiera alemán. Sólo yo, por lo que me enteré de todas las conversaciones, que luego la prensa quiso saber. Me preguntaban, pero yo decía que no quería líos, que eso con Don José Ramón.
 
- Y al final se acaba convirtiendo en su segundo.
- Sí, cuando Merkel firma, solicita que yo sea su ayudante y su intérprete, por lo que yo dejo mi trabajo, ya que el fútbol me gustaba más y, además, ganaba más.
 
- Todo eso en Primera.
- Sí. Juanito Arza había subido al equipo a Primera, pero ya sabía que se iba en verano; las cosas del fútbol, él también lo tenía apalabrado con el Celta. Allí no había nadie, los dos únicos profesionales nosotros, Merkel y yo. Ni recogepelotas, ni recuperadores, ni médicos, ni entrenador de porteros, ni nada de nada. 

- Los periódicos de la época relatan cómo Merkel y usted cambiaron la forma de entrenar.
- Trajo otros métodos a los que no estábamos acostumbrados en España. Aquí se entrenaba de 10 a 12 y Merkel, cuando se enteró, me preguntó: ´¿Cuánto trabaja aquí un albañil?´ Yo le dije que por la mañana, y que luego, por la tarde, también otra ´peoná´, por lo que él me respondió que por qué los futbolistas no hacían eso. Al día siguiente impuso las dobles sesiones de trabajo; nos costó un poco con los futbolistas, que no aceptaban sus métodos. Hicimos la pretemporada en el Hotel Oromana, en Alcalá de Guadaíra. Yo los levantaba a las siete de la mañana y me los llevaba a correr por los pinares, a dar saltos y quiebros... Hora y pico arriba y abajo. Luego, ducha y desayuno. ¡Pero un desayuno a base de bien! Él decía que si los hacía trabajar duro, pues que también tenían que comer bien... Eso nos ocasionó algún problema con el presidente Cisneros, que andaba justito de dinero para pagar esos desayunos todos los días. 
También fue el primero que hizo calentar a un equipo en España antes de los partidos a pie de césped. Antes se hacía en los vestuarios; luego, todo el mundo lo ha imitado. Eran entrenamientos muy metódicos, sistemas que luego yo he ido asimilando; aquí estábamos acostumbrados a entrenar con balón y esprintar. Durante los dos años que estuvimos en el Sevilla, no tuvimos ni un sólo tirón ni un desgarro muscular. Merkel siempre decía que el jugador comía del fútbol y que, por tanto, tenía que vivir para ello. Que los entrenamientos eran su trabajo y que el partido era un placer.

- Y su primera experiencia como profesional, irónicamente, fue en Primera división.
- Sí, yo siempre lo he dicho, que si no llega a ser por Merkel yo no hubiera entrenado en Primera división, ni en Segunda. Cuando él se fue, estuve en el Burgos,  con Juanito, que en paz descanse; en el Tenerife, el Córdoba, el Pontevedra, el Jerez... Mi última experiencia fue en el Coria (99/00), la única vez que el equipo ha estado en Segunda B.

- Y ahora cómo ve el fútbol. ¿Ha cambiado mucho?
- Ahora, con 80 años, ya no voy al campo. Ha cambiado mucho en humanidad; antes eran todos amigos. Los jugadores acababan de entrenar y se iban enfrente a tomarse una cerveza con limón; ahora, cada uno va a su vida. Merkel siempre decía que un equipo, para triunfar, debía tener hambre de los dos tipos: de la verdadera, de la de necesidad, y de la de títulos.
 
- Pero el alemán tuvo problemas en Sevilla y por eso salió.
- No tuvo problemas. Lo que pasa es que su mujer tenía un profesor de español y, con el tiempo, lo entendía bien. Yo siempre participaba en las entrevistas y lo que él decía en teutón, yo lo decía en latín. Nunca cambiaba lo que pensaba, pero sí lo decía como había que hacerlo; suavizado, más correcto. Entonces, un día en Málaga, los cogió un periodista y la mujer hizo de intérprete, diciendo al pan, pan y al vino, vino; tal y como Merkel lo pensaba. Le preguntaron por un directivo y... Se armó. Cuando eso llegó a Cisneros Palacios, nos llamó y las cosas se pusieron tirantes pese a haber sido terceros el primer año, recién ascendidos, y quintos la segunda temporada.
 
- También estuvo con Merkel en el Atlético de Madrid.
- Sí, cuando le llamaron para dirigir al Atlético también contó conmigo. Ganamos la Copa en la 71/72 y fuimos campeones de Liga en la 72/73; en medio, durante el verano, conseguimos el Carranza y el Colombino.
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