El remedio y la oportunidad

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El remedio y la oportunidad
- 21/02/2015
Las alineaciones iniciales dejaban ya entrever por dónde podía desequilibrarse el partido. La banda de Aleix y Reyes, la de Wendt y Johnson, tenía mucha más profundidad que retorno en ambos sentidos. Emery decidió darle continuidad al equipo que le había sacado de un complicado atolladero, mientras que Favre se mantuvo fiel a su once continental, al que le había llevado hasta Nervión invicto aun sin contar con tres de sus hombres más determinantes: Herrmann, Traoré y Kruse.

El Gladbach tiene una identidad profunda y marcada más allá de quienes jueguen. Es el gran éxito de su metódico técnico: encaja poco porque sabe defender mucho tiempo con el balón, mediante apoyos constantes y una movilidad que facilitan el pase corto, el de seguridad; pero es igualmente impermeable sin cuero. Ahí se rearma velozmente, junta líneas y provoca el error en el rival sin necesidad siquiera de tener que meterle la pierna.

Al ser menor la capacidad para robar de Aleix, Iborra y Reyes que la de Navarro, Krychowiak y Vitolo, los alemanes juntaban muchos hombres por donde aparecía el talentoso Xhaka. Con el apoyo del lateral, el extremo y uno de los puntas, creaban superioridades hasta percutir a la espalda del ex del Almería, un gran atacante ante equipos frágiles y un mal defensor frente a los más potentes.

En el 50', Emery, por fin, abrió los ojos, o se los abrió Wendt, quien se plantó solo ante Rico tras cerrar demasiado Aleix. Por fortuna, su disparo no fue más que un último y diáfano aviso. Al público, extrañamente, le molestó más la solución que el problema en sí. Hasta ese momento, los teutones habían creado cinco de sus siete ocasiones desde dicha zona, demasiadas, y nadie había dicho ni mú. Con Diogo, tras el robo, más lejos de su portería, ya sí habría ataque, contraataque, de ahí que se fuese el de menos fondo físico, Reyes. Y tardó poco en llegar. Con Johnson y Wendt replegando tarde, al luso lo coló Pareja por la espalda del lateral sueco y dio un pase atrás que el tobillo de Iborra puso en el único sitio al que no llegaba Sommer.

No fue casualidad. El encuentro se desequilibró por el perfil más débil, por el lugar que no supo explotar con algún gol un Gladbach que le dio a Emery la opción de corregir su error inicial, aquél que no vio un público que fue igualmente ciego para atisbar dónde estaba el remedio y, a su vez, la oportunidad.
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