El análisis del Betis-Girona

El Betis, previsible y con excesiva tensión

Aitor TorviscoAitor Torvisco
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El Betis, previsible y con excesiva tensión
- Aitor Torvisco
Hay dos aspectos claves a la hora de analizar al Betis. En primer lugar, es cada vez más obvio que los equipos le han pillado el truco a Setién y ya no le dejan tocar: renuncian a la presión alta, esperan ordenados para dañar por las bandas, cierran los pasillos interiores y taponan la salida natural por Javi García y Guardado, algo que se notó aún más sin las arrancadas de Mandi. En segundo lugar, la grada transmite una tensión (innecesaria en la jornada 13 y con el equipo en una zona cómoda) que afecta a los jugadores. Se les ve presionados, a la hora de realizar controles y de tomar decisiones, y ansiosos en los últimos metros.

Al Betis le costó salir jugando y tardó en encontrar alternativas. Estas soluciones casi siempre llegaron con las conducciones poderosas de Camarasa, única vía para romper líneas rivales, y contados pases filtrados de Joaquín y Boudebouz.

Le sobró tensión negativa y le faltó intensidad en los balones divididos y segundas jugadas, pero mejoró en la defensa de los centros laterales, algo palmario en Eibar e insistente recurso de un Girona que percutía con Maffeo y Aday (y Mojica luego) y no se cansaba de colgar balones buscando la pelea aérea de Stuani y la picardía de Portu, que barre lo que baja el charrúa.

Las carencias defensivas están ahí desde el inicio de curso, y pese a la mejoría con respecto a Ipurua, volvió a pagar muy caros dos errores graves de Tosca y Durmisi. Con todo, otra de las claves es que antes confiaba más en su pegada y arreglaba arriba su debilidad atrás. Últimamente tiene menos llegadas y de peor calidad. Ayer, acabó volcado y volvió a hallar la épica. Quizás ayuden a recuperar confianza los golazos de Guardado, con más llegada que nunca, y Tello, que salió y se reivindicó ante Setién.
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