El Sevilla Fútbol Club oficializó en la mañana de ayer el acuerdo con el París Saint-Germain para el traspaso de un Grzegorz Krychowiak que dejará en las arcas de Nervión unos 30 millones de euros. Una cantidad abultada para un pivote defensivo que arribó a Nervión hace dos veranos a cambio de unos 4,5 kilos, pero que, sin embargo, poco tiene que ver con los 45 millones que marca su cláusula de rescisión. Y claro, eso ha enfadado a una afición que, como si tuviera que poner de su bolsillo los 15 kilitos restantes, ha estallado en cólera contra Unai Emery, al que culpan de todos los males sevillistas durante este verano.
Que malvado es el vasco, que se ha llevado al polaco y que nos ha robado a Ben Arfa, gritaban muchos sevillistas durante la tarde de ayer. Como si los millones del PSG y el hecho de ser uno de los más grandes de Europa hoy por hoy no tuvieran nada que ver. Pero que canalla es el de Hondarribia, que se llevó día y noche llamando a Banega para convencerlo de que firmara por los de Nervión. Que pérfido, que se trajo a Rami, y que malintencionado, que hace sólo unas semanas estaba en contacto con Feghouli para que fuera sevillista. Eso sí, tan _ _ _ _ _ _ -disculpe, se me agotaron los sinónimos políticamente correctos- como Sampaoli, que tiene que ser también tela de malévolo, pues está intentando convencer a Isla de que firme por el Sevilla... ¿Traición? No, fútbol. En el campo, profesionales; los colores, en la grada.
Alejandro Sáez
