Pasión contra la depresión

Álvaro PalomoÁlvaro Palomo
Seguir
2 min lectura
Pasión contra la depresión
- Álvaro Palomo
Ahora manda el corazón. Acelerar el latido para recuperar el pulso de un paciente instalado en la más profunda depresión. Se precisa un zarandeo emocional, una descarga de frenesí que reanime a un vestuario pusilánime, sumido en un descreimiento impropio de la profesionalidad que se le presupone.

Se necesita el estímulo, quizás una voz, que genere el chispazo para reconectar el mecanismo de un equipo apagado anímicamente. Requiere vida, entusiasmo, que le circule carácter por su sangre, espíritu combativo, alma. Y, por supuesto sevillismo. Porque, en situaciones extremas como la actual, en las que el talento se refugia tras la desconfianza, la salida apunta hacia los sentimientos. A la transmisión del amor a unos colores que hoy en día no se le puede exigir sentir a los futbolistas pero sí contagiarse de su pasión, del entusiasmo de quienes los experimentan, llámese afición o, por asociación, Joaquín Caparrós.



En cualquier otra circunstancia, el utrerano no habría encajado en el estatus actual del Sevilla, en sus aspiraciones, pero, en cambio, ahora, se erige en la opción más proporcionada dentro de una realidad en la que lo proporcional no interesa en absoluto.

Ahora urge lo desmesurado, casi lo histriónico, en el apartado de las emociones, del dolor por un escudo para que los futbolistas entiendan dónde se encuentran y redescubran la motivación en la mirada y las palabras apasionadas del de Utrera. Del vestuario depende recibirlo, acatarlo y activar con este plus la fe que rompa la cadena que le atenaza y le impide demostrar el fútbol que realmente atesora. Caparrós cumplirá con su parte...
Unete a nuestro canal de Whatsapp Únete a nuestro canal de Telegram