Aunque en las últimas horas ha sonado con relativa fuerza el nombre del colombiano
Abel Aguilar como posible refuerzo para la medular bética,
sus opciones de vestir de verdiblanco son mínimas. Sobre todo porque la situación del mediocentro es tremendamente complicada, estando sujeta a demasiados condicionantes, que, en cualquier caso, le obligarán a cambiar de aires.
Todo se debe a la
pésima situación económica del Hércules, que todavía debe a Udinese 1,5 millones de euros correspondientes al 50 por ciento de su pase. Por este motivo, los alicantinos están obligados a aceptar cualquier ofrecimiento que supere los dos kilos -habría que pagar además 500.000 euros a su representante, Pedro Bravo-, aunque ello no impediría que la otra mitad de sus derechos federativos siguiesen perteneciendo a la familia Pozzo, un dato que no es para nada baladí.
Y menos aún cuando su principal aliado en España,
el Granada de Quique Pina, también ha entrado en escena. De hecho, en el Rico Pérez han llegado a un acuerdo verbal para traspasar al suramericano al conjunto nazarí, conscientes de que, salvo sorpresa mayúscula, no pondrían ningún impedimento desde Italia. Pese a ello, este trato se encuentra a expensas de lo que pueda pasar en las próximas semanas, ya que, si llegase alguna propuesta más suculenta, perdería totalmente su validez.
Con este panorama,
el Spartak de Moscú amenaza con dar un vuelco a los acontecimientos, puesto que en Alicante se especula con que podría ofrecer hasta seis millones por el colombiano. Igualmente, el Valencia y varios equipos de la Premier esperan su oportunidad. Incluso, no se descarta que la familia Pozzo lo repesque para hacer caja con él o llevarlo directamente al Granada. Alternativas todas ellas que dejan casi sin opciones al Betis, que, según confirmó Pedro Bravo a ESTADIO, todavía no ha preguntado por él.
José Julián2 min lectura