Es tan habitual cuando llega el calor como beber cerveza en el chiringuito de una playa. Cuando se acerca el verano y la
Liga ya toca a su fin, siempre hay clubes madrugadores -generalmente con pocos recursos pero buena organización- que intentan aprovecharse del mal ajeno en pos del beneficio propio. Es decir, buscan
jugadores buenos, bonitos y baratos que quieran o se vean obligados a salir de los equipos que descienden a
Segunda.
El año pasado por estas mismas fechas, el
Betis era una de esas entidades que tiraban la
caña en vestuarios ya desahuciados. Ahora, se da justo la situación inversa.
Ahora es el
Betis el que se ha convertido en esa especie de
gran almacén en
liquidación. Se ha abierto la veda y muchos son los jugadores verdiblancos anotados en las agendas de conjuntos de
Primera, que pretenden hacer negocio con la difícil situación por la que pasan en
Heliópolis: con el equipo descendido con cuatro jornadas de antelación, con muchos de sus jugadores en el centro de la ira de la desilusionada
afición bética y con un vacío de poder en un club cuyas limitaciones económicas obligarán a llevar a cabo una importante rebaja salarial que provocará las salidas de los contratos más altos.
En esta situación, por ejemplo, quiere pescar el
Rayo, interesado en repatriar a
Antonio Amaya, según informaba ayer el portal ´alfinaldelapalmera´, que aseguraba que también ha preguntado el
Valladolid y el
West Bromwich de
Mel. Cabe recordar que el central termina contrato en junio y tenía apalabrada su renovación con
Bosch y
Guillén; pero, tras quedarse sin interlocutor, él mismo cifra en "un 10 por ciento" las posibilidades de seguir en el
Betis, su prioridad absoluta desde hace meses.
En la misma situación que el zaguero se encuentra uno de los capitanes,
Salva Sevilla, superviviente de la plantilla del último descenso y quien se ha cansado ya de esperar una llamada del club para renovarle.
En el caso del virgitano, es el
Levante el equipo que suena para darle la oportunidad de seguir en Primera y de ofrecerle, además, una buena ficha. De lograr salvarse, el
Almería también preguntará por su situación, como ya ha hecho cursos atrás.
En el caso de
Amaya y
Salva, se irían libres. Distinto es el de
Rubén Castro, a quien, como ya informó ESTADIO, en la planta noble del Benito Villamarín están convencidos de vender para utilizar lo recaudado por él en formar la plantilla del ascenso.
Además, un importante sector de la afición le ha increpado en los últimos partidos y el clima en torno a él dista mucho del que ha existido desde su llegada al club. El
Málaga es uno de los más interesados y allí podría reencontrarse con
Pepe Mel, a quien también pretenden. No obstante, al grancanario no le faltarán ´novias´.
Tampoco anda falto de pretendientes
Jorge Molina, renovado hace unos meses y dispuesto a seguir en
Segunda aun cobrando menos. No obstante, tampoco tiene a quién dirigirse y a quién dirigir posibles ofertas, como la que prepara el
Almería.
Además, en
Arabia Saudí ofrecen un ´rescate´ a
Joan Verdú, quien ha fracasado en su intento de hacer olvidar a Beñat y cuyo salario es inasumible. No obstante, el catalán queda liberado con el descenso, como también otros compañeros suyos tales como
Jordi Figueras o
Stefan Andersen (cedido desde enero en el Go Ahead Eagles). A día de hoy, la
incertidumbre, es total y eso favorece el saqueo.