El Eibar sí le recibirá con las chanclas, por lo que, si el Betis quiere evitar un mínimo riesgo en el epílogo, debe sumar

Eibar-Betis: Un último esfuerzo por si las moscas

Un punto ratificaría la permanencia matemática de los verdiblancos, que no pueden fiarlo todo al fallo ajeno

Eibar-Betis: Un último esfuerzo por si las moscas
- Óscar Murillo
Óscar MurilloÓscar Murillo 5 min lectura
Al Betis no le ha ido bien nunca jugando con fuego, por lo que mejor no probar suerte esta campaña. Con los deberes hechos al 99,99%, las matemáticas insisten en que la permanencia no es un hecho todavía, por mucho que las carambolas que mandarían a Segunda a los verdiblancos resulten, todo sea dicho, enrevesadas. Pero el riesgo, estrictamente hablando, existe. Y más aún con las dos derrotas consecutivas, que han coincidido con un 7 de 9 del Getafe, precisamente a quien miran de reojo y con enorme recelo desde Heliópolis. Porque no olvidan que un gol de diferencia en el average general, con el particular empatado, condenó a los hispalenses en 2009. De hecho, de repetirse esta tarde los signos de ambos en la jornada 36, alcanzarían la última con un puñado de combinaciones fatídicas para la escuadra de Merino.

Por ende, bien harían los hispalenses en no fiarlo todo al error ajeno. Porque bien es cierto que, si los de Esnáider no se imponen hoy con un igual como el Sporting en el Coliseum, al Betis ya le dará igual todo. Incluso perdiendo con Eibar y el propio Getafe en el epílogo del próximo fin de semana, el peligro sería inexistente. Con todo, la mera posibilidad de que se alineen los astros en contra de un equipo que bajó dos veces con 42 puntos -el único que lo ha sufrido, si bien el Deportivo descendió en la 10/11 con 43, récord absoluto de infortunio- invita a realizar un último esfuerzo en Ipurua, donde el anfitrión, ya libre de cualquier especulación, le esperará en chanclas y con importantes rotaciones para dar minutos a los menos habituales, lo que debe redundar inequívocamente en la distensión.

No obstante, Merino ha tenido que recurrir por mor de las bajas a tres futbolistas condenados últimamente al ostracismo: Van der Vaart, Vadillo y Jorge Molina. Sólo el alcoyano parece con alguna opción de jugar, al menos de inicio, si bien será la semana próxima cuando tenga que hacerlo sí o sí para despedirse como merece del Benito Villamarín. Cualquier otra cosa sería insultante para alguien que ha colaborado en los dos últimos ascensos verdiblancos a Primera división de manera decisiva (37 dianas), que acumula 77 y una veintena de asistencias en seis años, que honró siempre la camiseta de las trece barras y que defendió con orgullo un brazalete que ostenta desde hace años. Pero, volviendo a las ausencias obligadas, todas ellas condicionan bastante el planteamiento del míster linense. Y es que faltarán dos de los tres centrales (el renqueante Bruno y el castigado Westermann), por lo que el apercibido Pezzella tendrá acompañante improvisado. Todas las miradas apuntan a N’Diaye viendo la lista, aunque Xavi Torres y, en menor medida, Molinero podrían ejercer llegado el caso en el eje de la zaga por una vez. Este último, de aplicarse la lógica con el franco-senegalés, estará pendiente del carril que ocupa el fijo Montoya para saber si actúa en el lateral derecho o espera en el banquillo, pues el de Gavà ocuparía su costado natural para dejar el zurdo a Varela, ya que a Vargas le falta aún mucho tono.

En la sala de máquinas, sin el sancionado Dani Ceballos ni el lesionado Digard, Xavi o Portillo secundarían a Petros, mientras que, por fuera, Musonda y Cejudo tienen ventaja, más aún sin Kadir ni Fabián (con el filial ayer). Joaquín seguiría de enganche con Rubén Castro, de nuevo referencia única si no hay cambio de sistema y tiene la compañía de Ricky o Molina.
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