Opinión

Derrumbar los complejos

Derrumbar los complejos
Joaquín AdornaJoaquín Adorna2 min lectura
Demoler el pasado para abrir las puertas al futuro. Aparcar la nostalgia de una grada legendaria en la que tantos domingos han palpitado corazones, y en la que en tantos partidos han retumbado cánticos inolvidables, para adecentarla, para adecuarla a un nuevo tiempo de nuevas esperanzas. El derrumbe de Gol Sur lleva implícitas muchísimas connotaciones, y todas positivas.

Adiós a un Betis anclado, maniatado, encadenado, ligado a un inmovilismo que le impedía crecer. Se ha dado el paso al frente. Haro y Catalán han decidido soltar amarras. De alguna forma, se desatan los lazos invisibles que mantenían vivo el sueño de imposible de un heroico retorno de Lopera poniendo millones de euros encima de la mesa para culminar su inacabada obra faraónica. Si quieres conocer al guardián, asómate a su guarida.

La casa de uno mismo le define, y la casa del Betis -su estadio- reflejaba a un club inacabado, en permanente construcción. Lo seguirá estando, porque tiene un amplísimo margen de mejora en todas sus parcelas, pero en la caída y levantamiento de Gol Sur van también el adiós a los complejos, a los miedos, a los fantasmas con formas de procesos judiciales; y la bienvenida a la firmeza, a la valentía, al convencimiento de que hay un Betis mejor detrás de esos muros que cegaban.

En Gol Sur sólo quedaba la magia de un alma inmortal, todo lo demás eran incomodidades reales y un pestilente olor del que ningún bético podía sentirse orgulloso. Más bien todo lo contrario, a los aficionados les avergonzaba y les enrabietaba que nadie apostara por cerrar esa herida que hacía sangrar. Necesaria despedida, con cariño y añoranza, a un trozo -ya podrido- de Betis. Nace un futuro moderno lleno de posibilidades comerciales que muchos intuían pero que nadie, hasta ayer, ha tenido el valor de buscar. De momento, es verdad: hechos, y no palabras.
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