Hasta el duelo frente al Sporting de Portugal, había algunas dudas, pero todo iba por buen camino

Rebaja su velocidad a poco de la meta

Rebaja su velocidad a poco de la meta
La escuadra de las trece barras ha perdido muchos enteros en los últimos partidos, aunque todavía tiene tiempo para ajustar sus piezas. - J. Julián Fernández S.
José JuliánJosé Julián6 min lectura
En Heliópolis, la ilusión que generaba el nuevo proyecto verdiblanco ha perdido bastantes enteros a lo largo de los últimos amistosos. A medida que se acerca el inicio de Liga (el próximo sábado 20 a las 18:15 horas en el Camp Nou), el equipo ha comenzado a suscitar dudas entre los aficionados, dejando atrás las buenas sensaciones con las que arrancó la pretemporada para sustituirla por viejas carencias ya conocidas y que parecían haberse dejado por fin atrás.

Porque el Betis arrancó su ciclo de ‘bolos’ estivales como un tiro. Se adaptó a la perfección a las exigencias de Gustavo Poyet, utilizando un 1-4-3-3 basado en la posesión, con una presión adelantada para ahogar la salida de balón del rival y un ‘Plan B’ consistente en rápidas contras por las bandas. Un planteamiento que surtió efecto muy pronto, traduciéndose en sendas victorias frente a El Palo (0-7), Balompédica Linense (0-2), Middlesbrough (2-1) y Fulham (2-1) antes de la Dresden Cup, la primera gran prueba veraniega.

Hasta ese momento, todo funcionaba a la perfección. La zaga se mostraba contundente, Musonda y Nahuel aportaban velocidad y desborde con sus diágonales, Ceballos por fin daba ese paso adelante que tanto se le demandaba, Joaquín volvía a desbordar como antaño, Álex Alegría se reivindicaba a base de goles... sólo quedaba que la medular, donde las lesiones impidieron a Jonas Martin y Felipe Gutiérrez coincidir desde primera hora, empezase a carburar.

Con esta tarea pendiente, el Betis partió rumbo a Alemania, donde le esperaban dos rivales tan exigentes como el Werder Bremen y el Everton. Contra los germanos, los más jóvenes dieron la talla, manteniendo la racha triunfal del equipo con un 1-0 y demostrando que había fondo de armario para lo que necesitase Gustavo Poyet. Cierto es que faltó algo de continuidad en el juego, pero las cosas seguían por buen camino. Aunque pronto comenzarían a aparecer las primeras dudas.

Frente al Everton, quedaron confirmadas las carencias en el juego aéreo, tanto por parte de un Adán que cometió dos fallos estrepitosos, como de la defensa, que no supo contrarrestarlos. Igualmente, los delanteros pasaron por tierras teutonas sin pena ni gloria, desabastecidos de balones por parte de una medular donde Jonas y ‘Pipe’ daban las primeras muestras de entendimiento, aunque el ritmo lo seguía marcando Ceballos. Incluso, llegó la primera modificación del sistema, pasando a un 1-4-4-2 que no sirvió para vencer a los ingleses, con los que se empató a uno, derrotándoles en unos penaltis en los que se resarció Adán.

Sea como fuere, la Copa Ibérica devolvió la tranquilidad. Frente al Sporting de Portugal, se mantuvo el dibujo con dos puntas, algo que permitió comprobar que Sanabria es perfectamente compatible con Rubén Castro y que éste sigue teniendo pólvora de sobra. Suyos fueron los tres goles que sirvieron para tumbar a los lusos (3-2) en un choque con remontada, sin sobresaltos y que, hasta el momento, es el último que ha acabado con una sonrisa para la fiel infantería verdiblanca.

Porque frente al Montpellier llegó la primera derrota estival, un 3-0 que sacó a la luz casi todas las carencias del equipo. El 1-4-4-2 no sirvió para dar profundidad ni para tener la posesión. Se intentó llegar por las bandas, pero se fallaba continuamente en el último pase. Para colmo, volvió a aparecer la temblera en la retaguardia y hasta Adán falló estrepitosamente en el tercer tanto de la escuadra francesa.
Al menos, quedaba el consuelo de que todo podía cambiar en el Colombino, contra dos rivales de inferior categoría como el Córdoba y el Recreativo. Pero nada más lejos de la realidad. Ante los califales, se volvió al 1-4-3-3, aunque con la presión algo más retrasada, teniendo sólo protagonismo cuando se daba un paso adelante.

Pese a ello, el equipo se mostró espeso en la creación y apenas los pases en profundidad de Nahuel y las internadas de Durmisi por la izquierda sirvieron para dar algo de luz al juego, aunque no la necesaria para lograr algo positivo. Sobre todo, porque la zaga fue demasiado vulnerable. Mandi quedó retratado en los dos goles. En el primero, Juli le ganó la espalda y en el segundo no supo evitar que Rodri se hiciese con el esférico tras una pésima cesión de Petros. Y esta vez, a diferencia de lo que ocurrió en otras ocasiones, no hubo ninguna capacidad de respuesta.

Tampoco salieron las cosas bien frente al Recreativo. El Betis tuvo el balón y vivió casi todo el partido en campo rival, aunque sin saber por dónde hincarle el diente. Musonda lo intentó sin descanso, pero el Decano, con sus líneas muy juntas, apenas dejaban espacios para generar peligro. De hecho, la ocasión más clara llegó con un disparo de falta de Felipe Gutiérrez al larguero que no pudo devolver a la escuadra de las trece barras a una senda de la victoria que ha abandonado a poco más de una semana del estreno liguero.
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