Con la llegada este verano de
Tonny Sanabria, por quien el
Real Betis ha pagado a la Roma 7,5 millones por la mitad de su pase, se preveía que la entidad heliopolitana daba el primer paso para cimentar el relevo generacional de
Rubén Castro. Pero a sus 35 años, el delantero canario sigue siendo el atacante más en forma del conjunto que dirige
Gustavo Poyet.
Además, el '24' ha firmado la renovación de su contrato hasta 2019, conscientes de que aún le queda cuerda y muchos goles por anotar con la camiseta de las trece barras. Desde que llegó en 2010 procedente del Deportivo de La Coruña, que lo tenía cedido en el
Rayo Vallecano, el ariete canario tuvo una conexión especial con
Jorge Molina, que arribó a las filas verdiblancas ese mismo verano desde el Elche. Seis han sido los cursos en los que ambos han compartido vestuario, colaborando el alcoyano notablemente a que
Rubén sea la leyenda bética que es hoy en día.
Entre ambos han intercambiado numerosas asistencias que han acabado en el fondo de las redes y han dado múltiples alegrías a la afición del Villamarín. Con todo, además de con el actual jugador del Getafe, el punta de La Isleta ha compartido delantera con 16 futbolistas más:
Pereira, Emana, Santa Cruz, Campbell, Pabón, Baptistao, Braian, Chuli, Rennella, Pacheco, Ricky, Damiao; y, ahora, con
Sanabria,
Zozulia y
Álex Alegría. Con alguno como con Santa Cruz y Pabón, el canario tuvo también conexión, algo que se atisba con Alegría. Y es que contra el Valencia, en el debut del placentino en Primera división, su presencia posibilitó que Rubén no tuviera que fajarse directamente con los centrales ches.
En el siguiente duelo contra el
Granada, el veterano punta, desde la banda izquierda, puso el balón en la cabeza del ex del Numancia, que hizo el primero de sus dos goles. En el derbi ante el Sevilla, en el gol que le anularon a los béticos, también fue el canario el que le puso franco el cuero.